"Deben cultivar Amor hacia todos y cada uno, no importa cuán distintos sean su carácter o capacidad. Aun cuando la misma sangre fluye por todo el cuerpo, el ojo no puede oler, el oído no puede saborear, la nariz no puede ver; no enfaticen las diferencias ni peleen a causa de ellas".(1) |
... Esta cooperación y respeto mutuo deben volverse parte de la conducta diaria de cada uno, de su formación mental, de su naturaleza innata. Esto es lo que los Rishis (Sabios) de la antigua India enfatizaron de manera constante. "Vivan juntos, respétense; no dejen que las semillas de envidia y odio crezcan y ahoguen la clara corriente de Amor"; esa es la plegaria que han enseñado a los niños de esta tierra. Su enseñanza ha sido la de Unidad, la Divinidad, la Caridad; en pensamiento, palabra y obra desde el primer aliento hasta el último.(2)
El aspecto Divino de su personalidad alentará la humildad, la adherencia a la Verdad, el Amor y el anhelo de servir, la fortaleza y el desapego. Aprecien las primeras manifestaciones de estas cualidades en su vida y practíquenlas cada vez que tengan la oportunidad.(3) Actualmente el mundo da vueltas en una cama de enfermo, afligido por el temor, la ansiedad y todo tipo de fobia. No es que no haya remedio para curarlo y ponerlo bien y saludable otra vez. ¿Cuál es el tratamiento que puede enderezar al mundo? El hombre debe darse cuenta de su elevado destino, su preciosa herencia, sus fortalezas y virtudes innatas. Eso eliminaría los odios, las avaricias, las sospechas que han causado esta malsana situación. En general, el respeto y la cooperación fraternales hoy están ausentes entre los hombres. Luchan por porciones de propiedad, tratando de tomar venganza uno contra otro. Como consecuencia del orgullo de su propia fortaleza y poder, una persona puede lastimar a miles, pero la más lastimada será ella misma, porque el orgullo o el egoísmo son como el diablo que posee a un hombre (y que es difícil de exorcizar). El hombre no puede pretender ser un hombre hasta que este ego que lo mueve a destruir y a pasar por encima de otros, sea destruido mediante el Sadhana. Lo Divino en él puede manifestarse solamente cuando se vence a las fuerzas tenebrosas del "yo" y "lo mío". Vencer el ego es una tarea poco menos que imposible. Hemos oído de los seis enemigos internos que persiguen al hombre en cada momento de su vida, pero el sentido del "yo" y "lo mío" están mucho más arraigados. Hay gente que ha vencido a los seis enemigos: lujuria, ira, codicia, apego, orgullo y odio. Realmente, hay muchos que han logrado esta victoria, pero es verdaderamente raro el héroe que ha demolido su ego y ha escapado de sus impulsos viles. El egoísmo es un arbusto espinoso que cuando es plantado y alimentado en el corazón, uno tiene que sufrir el castigo. El egoísmo hace enemigos a los amigos leales y arruina muchas buenas causas y proyectos, pues no permite que dos hombres buenos trabajen juntos. El pesar lo sigue como una sombra. Cuando un hombre está consciente de que la misma Conciencia Divina que lo motiva a él está igualmente motivando a los demás, el amor expulsa al ego y se hace cargo de sus actividades, palabras y pensamientos. Construimos una casa para nosotros y estamos felices de que sea "nuestra". Cuando alguien pega sobre la pared un cartel, sentimos que "nuestra casa" ha sido manchada y hasta vamos a los tribunales para castigar a los culpables. Cuando viene la temporada de las elecciones, las paredes son desfiguradas con turbulentos y odiosos mensajes y reñimos con todos porque manchan "nuestras paredes". Luego supongamos que le vendemos la casa a alguien y nos mudamos. Después de eso, aun si la casa es bombardeada no estamos preocupados en lo más mínimo. Era el ego lo que causaba la preocupación por tanto tiempo. ¿Cómo entró este egoísmo en nuestro ser? Es una mala hierba que creció en nosotros y que es cultivada por nosotros, hasta que nos destruye desde la raíz hasta las ramas. ¿Dónde estaremos después de morir? Todas nuestras ideas e inferencias son sólo el producto del período entre el nacimiento y la muerte. Cuando la muchacha con quien se casó estuvo gravemente enferma, siendo una niña, un hombre nunca se preocupó, ya que ella no se había vuelto "suya". Nosotros mismos hemos desarrollado este apego como un factor cohesivo y estabilizante en nuestra vida, pero hemos permitido que crezca a una inmensa dimensión, de manera que impide nuestro progreso espiritual.(4) Purifiquen sus emociones, pasiones, impulsos, actitudes y reacciones. Esa es la esencia de la disciplina espiritual que se encuentra en todas las religiones. Examinen su mente, sus pensamientos, no busquen a las personas dominadas por las faltas. Vean únicamente la pureza. No hablen mal de nadie, y si caen en la calumnia, arrepiéntanse y resuelvan no volver a caer en la tentación otra vez. No humillen a nadie, respeten a todos por lo bueno que hay en ellos. La aflicción que les causen con su comportamiento los atormentará a ustedes en sus últimos momentos. Que todos los actos de su vida sean como un salvoconducto cuando dejen este mundo, que ninguno de sus actos sea un estorbo o una deuda. Saturen de amor cada momento, es decir, satúrenlo de Dios. ¿De qué serviría que pasaran horas en meditación si cuando se levantan y caminan entre los demás esparcen ira o provocan resentimientos por sus palabras o actos?(5) |
(1) Mensajes de Sathya Sai - Vol. VI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Anantapur, 31-7-67 - Pag. 59
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DIOS ES AMOR
RESPETO
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