EL AMOR COMO ACCIÓN TRAE CONSIGO LA RECTITUD
La rectitud no debe verse como un ejercicio meramente mecánico. Un esclavo que hace la voluntad de su amo puede hacerlo todo bien, pero sus acciones serían carentes de amor. Las acciones pueden clasificarse como rectitud cuando están imbuidas de amor. Esto solamente es posible cuando este amor ha inyectado un sentido de verdadero propósito en la acción efectuada. El faro que guía el propósito es la consciencia. La conducta que la consciencia permitirá o rechazará dependerá del nivel en el cual el individuo estimule el amor.
En el caso del individuo egoísta, la voluntad humana que guía la acción será débil, por ejemplo, a la menor tentación el individuo se apoderará de algo que no le pertenece.
A medida que el amor crece en el individuo y éste se hace más consciente de la verdad, se produce el consiguiente fortalecimiento de la voluntad humana. Esto se reflejaría en un comportamiento más disciplinado. Sin embargo, habría límites para el ejercicio de la voluntad, por ejemplo, el individuo no le vendería un producto defectuoso a un amigo, pero no tendría empacho en vendérselo a una persona que no conoce.
Cuando uno alcanza el estado más elevado, o del amor puro, la voluntad se fortalece igualmente. Esto resultaría en última instancia en el “ejercicio sin errores de la voluntad humana”. No hay errores, no porque la persona esté haciendo mecánicamente lo que puede haber aprendido de memoria, sino porque los actos resultan ser “lo más natural”. Los deseos y las tentaciones que resultan tan atractivos en los niveles más bajos del amor, revelarían su verdadera naturaleza ilusoria. Todas las acciones serían “actos de amor”, un amor para uno y para todos.
Texto Extraído de: EDUCACIÓN EN VALORES HUMANOS (EVH)
Prashanti Nilayam, Nov. 1993
Published by: Sri Sathya Sai
Seva Organisation
Central Office, Prashanti Nilayam
(Traducción en Español hecha en Panamá, por la
Organización Sri Sathya Sai Panamá).
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