VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: RESPETO POR LA VIDA

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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RESPETO POR LA VIDA


"En verdad os digo, que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí
me lo hicisteis".
(1)

La Divinidad o Alma, está en lo profundo del centro de la conciencia del hombre. Nosotros no guardamos el oro, las joyas y cosas valiosas en los balcones y esquinas de nuestra casa, allí ponemos sólo macetas y canastas. Guardamos las joyas en la caja fuerte de un cuarto interior, lejos de la mirada de la gente. El cuerpo está sujeto a morir, descomponerse y ser incinerado. Cuando la edad aumenta, decimos que el cuerpo declina año tras año y que su fin se acerca más rápido. En la caja llamada cuerpo está atesorada el Alma, ustedes tienen que dirigir hacia adentro sus indagaciones.
No los disuado de conocer a fondo los temas relacionados con este mundo, pues ellos los ayudan a comprender el mundo y sus caminos, pero las diversas áreas de estudio -química, física, botánica, matemáticas- son sólo ramas, vástagos, hojas, flores y frutos del árbol. Ustedes ahora están empeñados en regar las flores y las hojas; en vez de eso, deben regar las raíces, que no se ven. Lo invisible es la base de lo visible.(2)
La vida en la Tierra, es como en el océano, siempre agitada, con olas de alegría y dolor, de pérdidas y ganancias, las corrientes tormentosas de deseos, los remolinos de pasión y los vientos huracanados de codicia y odio. Para cruzar el océano, la única balsa confiable es un corazón lleno de amor por Dios y por el hombre. El hombre nace para un alto destino, dueño de un rico caudal hereditario. No debía malgastar sus días en bajos propósitos y vulgares vanidades. Su destino es conocer la verdad, vivir en ella y por ella. Sólo la verdad puede hacer al hombre libre, feliz y valiente. Si no está impulsado por este alto propósito, la vida es una pérdida, un mero agitarse en las dos, pues el mar de la vida nunca está tranquilo.
El hombre busca obtener contento y alegría subyugando las fuerzas de la naturaleza a su frágil voluntad, pero todos los esfuerzos por establecer el dominio sobre la naturaleza y para gobernarla o emplearla para su propio engrandecimiento van a fallar, y repercutirán sobre el hombre con un impacto mortal.(3)
El bien y el mal se basan en las reacciones de los individuos, no son inherentes a las cosas o a los hechos. El Vedanta o el ateísmo son aceptados o rechazados de acuerdo con el gusto o la aversión de uno; no dependen de una aceptación o rechazo lógicos. Sólo la experiencia puede confirmar su validez. ¿Quién puede describir a la Divinidad como esto o aquello? Los que lo hacen se dedican a un ejercicio fútil. Carecen de autoridad para tales declaraciones y si reclaman el derecho para hacerlo, no serán sino personas engreídas que se apoyan en sus limitados intelectos.
La Divinidad está plenamente inmanente en cada uno, y resulta evidente para los ojos capaces de ver clara y profundamente. Quienquiera que lo niegue, sólo se estará engañando a sí mismo respecto a su propia realidad. No puede descartarlo por medios de la negación, ni en sí mismo ni en los demás.
Por consiguiente, resulta inevitable la conclusión de que el deber del hombre es ver la expresión de la Divinidad en la sociedad y hacer uso de todas sus capacidades y esfuerzos para promover el bien y la prosperidad de ella. Los hombres habrán de cultivar: 1) este sentimiento extensivo; 2) este pensamiento inclusivo y 3) esta visión intuitiva. Si carece de estos tres aspectos, el hombre no es sino un ser inerte, y, si hace escarnio de ellos, pierde su derecho a ser humano. El espíritu de renunciación, la adhesión a la virtud, el anhelo por cooperar, el sentido de parentesco, son los signos característicos del hombre. Una vida que los considere como estorbos no podrá ser estimada como "vida".
La fraternidad del hombre podrá ser traducida en la vida práctica únicamente sobre la base de la visión de las almas. Todos los hombres tienen sed de paz, de felicidad y de dicha, pues éstas son la preciosa herencia a la que tienen derecho, porque constituyen el tesoro de Dios. Pueden alcanzarse sólo por medio del reconocimiento del lazo que liga a un hombre con otro. Todos los hombres pertenecen a un solo linaje: el linaje divino. Todos los hombres son células en el organismo divino único, en el cuerpo divino. Esto debe ser la fe, la fortuna, la fortaleza y la plenitud de todos ustedes. Unicamente la conciencia de esto les dará el derecho a llamarse hombres. Aprendan a vivir como hombres. Esta es la disciplina espiritual, éste es el mensaje de Sai.(4)
Pueden tener vacas de distintas clases y razas, de diferentes colores y portes, pero la leche que producen es de la misma composición en todas ellas. Pueden obtener oro de diferentes lugares y contratar a diferentes orfebres para que les confeccionen diversos ornamentos, mas la materia básica no pierde su valor por estos procesos, sigue siendo oro. Los seres vivos pertenecen a especies muy diversas y diferentes, pero la chispa de vida, el individuo que hay en ellos, es el mismo Dios que representa la meta de cada oración, en cualquier idioma o dialecto que se diga. Pueden ver a personas hincadas, postradas, con las palmas pidiendo ayuda, socorro, fuerza, sabiduría, seguridad o felicidad a esa inagotable reserva de felicidad, sabiduría y poder que es Dios. No obstante, en su mezquindad, la gente no reconoce esta verdad fundamental, sino que se precia de su propia santidad y menosprecia a los demás tachándolos de equivocados. Carecen de paz mental y tampoco les permiten a otros vivir en paz. Esta es la estupidez de los fanáticos.
Ignorando la unidad de todo el género humano en el Alma, el hombre se recrea en luchas y facciones. Clasifica a algunos de los que lo rodean como amigos y a otros como enemigos. Crea dualidad en donde básicamente hay sólo unidad. No son sino sus propios gustos y aversiones, sus prejuicios y pasiones que, al reflejarse, crean todas las reacciones de amor y odio. Cabría llamar a esto el eco del propio sectarismo y antagonismo. La amistad y la enemistad surgen del corazón de ustedes, no son rasgos con los que otras personas hayan nacido, sino únicamente etiquetas que ustedes les imponen. La misma persona podrá ser amiga íntima de un hombre y acérrima enemiga de otro, y ambas debido a un acto o una palabra suya. El mejor camino es trascender todas las dualidades y reconocer la unicidad del Alma más allá de todas las diversidades de la naturaleza.(5)
Cada uno debe esforzarse por llegar a depender sólo de sí mismo y ser autosuficiente en lo que se refiere a vestido y alimento. Los gobernantes de este país se han atemorizado ante el crecimiento demográfico y están recomendando y poniendo en práctica desesperadamente medios equivocados y peligrosos para controlar la natalidad, pero se olvidan de que con cada nueva boca que alimentar, tenemos también un par de manos extra, además de un cerebro con un gran potencial para llegar a ser un bien nacional. El problema es que no tenemos un plan para usar esas dos manos extra ni ese precioso cerebro para beneficio y prosperidad de la nación. Al convertirla en signo de riqueza y no condenarla en dondequiera que la encontremos, estimulamos la pereza. Carecemos de una estrategia para aumentar la producción y evitar el desperdicio, ni siquiera en cuanto a los alimentos. Si únicamente cada persona en este país consumiera tan sólo la cantidad de alimentos que necesitara y nada más, no habría escasez alguna. Este país nunca ha carecido de medios para alimentar a sus hijos.
El respeto mutuo se puede establecer basándose en la fe de que todos son hijos de Dios y que todos son divinos. Sobre esta base puede haber colaboración y entusiasmo por el trabajo y cada uno hará las cosas lo mejor posible, conociendo sus deberes y sus responsabilidades.(6)




(1) Jesús - MATEO 25:40 -
(2) Mensajes de Sathya Sai - Vol. XI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Internado del Instituto 14-7-80 - Pag. 35 -
(3) Mensajes de Sathya Sai - Vol. VI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Kampala, 7-7-68 - Pag. 168 -
(4) Mensajes de Sathya Sai - Vol. IX - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Brindavan, 1-3-74 - Pag. 45 -
(5) Mensajes de Sathya Sai - Vol. IX - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Bombay, 11-5-75 - Pag. 189 -
(6) Mensajes de Sathya Sai - Vol. IX - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Bombay, 5-1-75 - Extractos de Pag. 146/151 -

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