"Padre Amoroso, ayuda a Tus hijos con mis manos, habla con mi voz, y emplea mi mente para inspirar a los demás. Alienta con mi aliento, ya que en la frágil flauta de mi ser, sólo Tú puedes hacer sonar las notas inmortales de Tu canto".(1) |
El hombre crea y desarrolla en su persona una abundante variedad de hábitos y actitudes egotistas que le causan gran descontento. El impulso para todo esto proviene de la obsesión por el poder, el ansia de acumular autoridad, dominación y mando, la ambición de cosas que nunca pueden ser eternas y completas. En verdad, es imposible para el hombre alcanzarlas hasta el nivel de no desearlas más. La omnipotencia pertenece solamente al Señor de todo lo que existe. Una persona puede sentirse ensoberbecida al llegar a ser maestro en todas las artes o propietario de todas las riquezas o poseedor de todo el conocimiento o depositario de todas las escrituras sagradas, pero, ¿de quiénes obtuvo todas estas cosas? El hombre debe ser verdaderamente más grande. Aun puede proclamar que obtuvo todo esto a través de sus propios esfuerzos, su trabajo y su afán. Pero con toda seguridad alguien o algunos se lo dieron a él en alguna u otra forma. Esto no puede negarlo. La fuente de quien la autoridad y todo poder se origina es el Señor del Universo. Ignorar esa omnipotencia, engañándose uno mismo de que el poco poder que se ha adquirido es propiedad de uno, esto verdaderamente es egotismo, vanagloria, orgullo.
Si una persona es un vehículo genuino de poder, puede ser reconocido por las características de verdad, benevolencia, amor, paciencia, dominio de sí mismo y agradecimiento. Donde todas estas moran, el egotismo no puede subsistir, no tiene lugar. Por lo tanto, traten de desarrollarlas. La refulgencia del Alma es oscurecida por el egotismo. Por lo tanto, si se destruye este, todas las penas terminan, todos los descontentos desaparecen y se logra la bienaventuranza. Como el Sol es oscurecido por la niebla, el sentimiento de egotismo cubre la felicidad eterna. A cierta distancia de los comercios uno escucha solamente un enorme bullicio confuso. Pero si nos acercamos y caminamos por ellos, podremos distinguir claramente cada uno de los regateos. Así también, hasta que conozcan la realidad del Alma Suprema están abrumados y aturdidos por el bullicio del mundo, pero una vez que penetran profundamente en el dominio del camino espiritual, todo se vuelve claro y el conocimiento de la realidad despierta dentro de ustedes. Hasta entonces serán cautivos del ruido inútil de la argumentación, de la controversia y del exhibicionismo.(2) Cada hombre deberá dirigir su vida de tal forma que no cause ningún daño a cosa viviente alguna. Este es el deber supremo. También es deber primario de todo aquel que ha tenido oportunidad de este nacimiento humano, dedicar una parte de sus energías, ocasionalmente, a la oración, a repetir el Nombre de Dios, meditar, etc., debe llenar su vida con la verdad, la rectitud y con buenas obras que sean de servicio a otros. Una vida de Paz. Se deberá temer hacer actos que sean nocivos a otros o acciones que sean pecaminosas, como se está temeroso de tocar el fuego o perturbar a una cobra. Uno debe tener tanto apego y perseverancia en realizar buenas obras, en hacer felices a otros y en adorar a Dios, como ahora tiene en acumular oro y riquezas. Este es el Deber del hombre. Las necesidades egoístas tienen que ser sacrificadas. Debe haber esfuerzo constante para hacer el bien a otros. El deseo del hombre debería ser el de establecer el bienestar del mundo. La gente dice que "el servicio al hombre es el servicio a Dios". Esa es una declaración verdadera. Pero aunque el servicio a la humanidad es santo, a menos que se fusione en un ideal más grande, los hombres no se beneficiarán, no obstante lo enorme del servicio. La simple repetición del lema es inútil si el servicio es realizado sin fe en la divinidad del hombre y con un ojo en el nombre, la fama y los frutos de la acción de uno. Cualquier acción que uno emprenda, si uno tiene constantemente como compañera la contemplación del Señor, y si uno tiene fe en la divinidad esencial del hombre, entonces, la declaración acerca de que el servicio al hombre y el servicio a Dios es lo mismo, se justifica. Sin pensamientos en Dios, ¿cómo puede originarse el servicio al Señor? Entonces, tal discurso es simplemente exhibicionismo. No estaré de acuerdo con eso. En cambio, cualquier cosa que se haga con la mente puesta en Dios, a lo largo del sendero de la Verdad y de acuerdo con los aspectos del Deber y la Virtud, tiene que ser considerada como Servicio al Señor, y cualquier cosa que se haga por nombre, fama y para el fruto consecuente, no será considerada como Servicio a Dios. Lleven a cabo acciones para el bien de otros; consagren su tiempo al servicio del mundo, sin tomar en cuenta los resultados que de ello surjan; de este modo podrán llegar a ser bendecidos. El mundo puede lograr la prosperidad a través de aquellas almas disciplinadas cuyos corazones son puros y que representan la sal de la Tierra. Todos deben orar desde este preciso momento para el advenimiento de tales hombres, tratar de merecer las bendiciones de los grandes y olvidar los sufrimientos del día, en el esfuerzo por promover el bienestar del mundo.(3) |
(1) "Toca la flauta de mi ser" - Oración de Paramahamsa Yogananda.
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DIOS ES AMOR
GENEROSIDAD
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