VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: DEDICACIÓN

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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DEDICACIÓN


"Oh, Espíritu! Enséñame a adorarte con todo mi corazón, como el avaro idolatra al dinero. Que esté yo tan apegado a Ti como el ebrio lo está al vino. Que me aferre yo a Ti, con tanta tenacidad como los descarriados a sus malos hábitos.
Infúndeme tanto deseo de Ti, como el que siente el hombre mundano por sus posesiones. Anhelo tenerte tanta atención y cuidado como los que tiene una madre a su hijo recién nacido. Enséñame a buscarte, tan desentendido de mí mismo,  como Te buscan Tus más grandes devotos. ¡Oh Adorado de los Angeles! Haz que pueda yo amarte siempre con el mismo fervor de los que aman verdaderamente".
(1)

Siempre ha habido, hay y habrá maestros que revelen al hombre y que le enseñen a alcanzar las alturas a las que puede llegar a través de la plena manifestación de sus facultades físicas, mentales e intelectuales, mediante una atención firmemente centrada. La mente del hombre se embriaga con los objetos externos y la observación y crítica sin objeto, del mundo exterior. ¿Cómo, entonces, puede entrenársela para que sea firme?
Cada uno deberá hacerse a sí mismo la pregunta. Las Grandes Almas y los Grandes Hombres Santos también fueron personas como yo; también fueron seres encarnados. Si ellos pudieron lograr la perfección, también yo puedo lograrla, si sigo sus métodos. ¿En qué me beneficio si empleo mi tiempo en descubrir las faltas y las flaquezas de los demás?
Por lo tanto, la primera práctica espiritual es investigar las faltas y debilidades de ustedes mismos y esforzarse por corregirlas para llegar a ser perfectos. El afán incesante de cada día que transcurre tiene como meta y justificación este propósito: hacer dulces y agradables los últimos días de uno. No obstante, cada día también tiene su noche. Si el día es empleado en buenas acciones, entonces la noche nos bendice con un sueño profundo, vigorizante y reparador, el sueño acerca del cual se dice que tiene afinidad con el Samadhi (La Ecuanimidad Perfecta).
El hombre tiene únicamente un corto tiempo de vida aquí sobre la Tierra. Pero aun en esta corta vida, uno puede, utilizando el tiempo sabiamente con cuidado, lograr la bienaventuranza divina. Dos hombres con la misma apariencia, manifiestamente de la misma matriz, se educan bajo las mismas condiciones, sin embargo, uno resulta ser un ángel, mientras que el otro continúa con su naturaleza animal. ¿Cuál es la razón para esta diferencia de desarrollo? Los hábitos y el comportamiento de estos hábitos y el carácter en que ese comportamiento se ha solidificado. El hombre es el resultado del carácter.
Para un observador superficial, la vida del hombre aparece como un proceso interminable de comer y beber, fatiga y sueño. Sin embargo, verdaderamente la vida tiene un significado mucho más grande; una importancia mucho más profunda. La vida es un sacrificio; cada acto pequeño es una ofrenda a Dios. Si el día es empleado en acciones realizadas con este espíritu de entrega, ¿qué otra cosa puede ser el sueño, excepto Samadhi?
Cuando llega la orden del Dios de la muerte, uno tiene que partir. Ante la muerte, la posición, el orgullo, y el poder, todos desaparecen. Al percatarse de esto, deben esforzarse día y noche con pureza de cuerpo, mente y espíritu, por realizar el "Yo" más elevado, para el servicio de todos los seres vivientes.
El hombre debe estar feliz de que el Ser Supremo haya colocado alrededor de él materiales cada vez más nuevos para que le sirva a El y ofrezca adoración de varias formas. Debe orar y agradecer por cada nueva oportunidad de servir que reciben sus manos. Esta actitud da inmensa alegría. Llevar una vida plena de esta alegría es verdadera bienaventuranza.
Cualquier cosa que se haga, del alba al ocaso, debe ser consagrada como si fuera adoración a Dios. Así como se tiene cuidado de cortar únicamente las flores frescas y de mantenerlas limpias e inmarcesibles, así también deberá hacerse un esfuerzo incesante para realizar acciones puras e inmaculadas.
Si cada día se mantiene esta visión ante los ojos de la mente y de esta manera se vive la vida, entonces llega a ser un largo e ininterrumpido servicio a Dios. El sentimiento de "yo" y "tú" desaparecerá pronto; toda huella del "yo" será destruida. Entonces la vida se transmuta en una vida totalmente dedicada a Dios. "Yo soy el servidor. Este mundo es la ofrenda y Dios es el Señor que es adorado". Cuando se alcanza este nivel de pensamiento, sentimiento y acción, toda diferencia entre lo "mío" y lo "tuyo" desaparece.(2)



(1) "Dame fervor en el amor divino" - Oración de Paramahamsa Yogananda.
(2) Sobre el Amor - Prema Yoga - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Extractos de Pag. 8/11 -

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