"No hay en este mundo práctica ascética más elevada que la Fortaleza, ni mayor felicidad que el Contento, ni acto virtuoso más santo que la Piedad, ni arma más efectiva que la Paciencia".(1) |
Las manchas del corazón tienen que ser lavadas por la vida moral y el cumplimiento del deber de uno. Puede llegar un día en que el hombre se llegue a cansar y debilitar, pero entonces deberá orar de esta manera: "Señor, las cosas han ido más allá de mi capacidad, siento que un esfuerzo posterior será demasiado grande. ¡Dame Fortaleza, Oh, Dios!".
Primeramente, Dios permanece a una distancia considerable vigilando los esfuerzos del hombre, como el profesor que permanece aparte cuando el estudiante escribe las respuestas a las preguntas. Cuando el hombre rompe sus ataduras con el placer, emprende buenas acciones y el servicio sagrado, Dios mismo se le acerca para alentarlo. El s como Surya Narayana (El Dios del Sol, el Padre del Tiempo), que permanece esperando afuera de la puerta cerrada; como el sirviente que conoce los derechos del amo y sus propias limitaciones. No anuncia Su presencia ni cierra con violencia la puerta. El simplemente espera y cuando el amo apenas abre la puerta un poquito, el Sol penetra impetuoso y prontamente expulsando la oscuridad de adentro. Cuando es requerida Su ayuda, El está presente del lado del hombre, con Sus manos extendidas para proporcionarle ayuda. De esta manera, lo que se desea del hombre es únicamente discernimiento, para orar al Señor y conocimiento para recordarlo a El.(2) El Shanti o Paz es un atributo divino. Representa el dulce deleite del Alma. Es la preciada posesión del sabio realizado o aquel que ha alcanzado la cumbre del inmaculado discernimiento. La Paz no puede reinar en los corazones llenos de malicia de los seres egoístas. Puede ser lograda tan sólo por quienes con paciencia, perseverancia y tolerancia, siguen la sagrada Senda de la Espiritualidad. Se requiere de esfuerzo para lograr resultados tanto en el mundo de las cosas terrenales como en el ámbito espiritual. El sacrificio y la entrega que significa la práctica espiritual realizada con esfuerzo firme, sistemático y sostenido, es lo único que puede conceder paz mental y tranquilidad interior. Esta senda de la práctica espiritual (Sadhana), no obstante, le presenta obstáculos al buscador y éste tendrá que ir venciéndolos por medio de su perseverancia. "El placer no puede ser fuente para más placer". No existe alegría sin pesar, ni el placer sin dolor, ni ganancia sin pérdida. Por eso la alegría duradera y la dicha perdurable que confieren la paz y la tranquilidad absolutas de la mente pueden alcanzarse únicamente a través de una disciplina espiritual (Sadhana) sincera y esforzada. "Pidan y les será dado; busquen y encontrarán, golpeen y se les abrirá", dice la Biblia. Estas palabras contienen la esencia ecléctica de toda las religiones. Aquellos que declaran hoy en día que están pidiendo, buscando y golpeando a la puerta, deben darse cuenta de que no hacen sino pedirle a la Naturaleza, buscar placeres efímeros y golpear a las puertas del infierno. Siendo éste el caso, no pueden esperar que Dios les responda, ni encontrar el camino hacia la Liberación o hacer que se les abran las puertas del cielo. ¿Cómo se podría esperar que el Alma Suprema responda a las plegarias dirigidas a la Naturaleza? El hombre ha de ser valiente. La falta de coraje lleva hacia las dudas, la desesperación, el abatimiento y la depresión. Una persona con un carácter impecable y sin tacha, nunca se comportará como una oveja asustada y temblorosa. Por ello, el hombre deberá avanzar, después de haber desarrollado la integridad intelectual y la fuerza de la convicción, e ir conquistando todos los males y tentaciones del mundo. La paciencia representa el parangón de las virtudes y hace que, gracias al dominio sobre sí mismo, el hombre se mantenga sereno frente a las vicisitudes de la vida. Un hombre dotado de fortaleza no se ve perturbado por los altibajos del interminable drama de la vida, no se entusiasma frente a un feliz giro de los eventos, ni se siente abatido frente al acontecimiento de la tragedia. Una persona así, dotada de serenidad y de paz mental, es el Stithaprajña que se retrata en el Bhagavad Gita.(3) El aspirante espiritual deberá apreciar la diferencia entre la conducta del hombre corriente y la del aspirante. El hombre común es aquel que carece de fortaleza, tiene egotismo y está lleno de deseos relacionados con el Universo, a través del cual está tratando de tener una existencia feliz. El hombre espiritual es aquel que está pensando que Dios lo es todo, tan incesantemente como las olas del mar, aquel que acumula el tesoro de la igualdad y del amor igual hacia todos, que está contento con el pensamiento de que todo es de Dios y nada es suyo. El hombre espiritual no se doblegará fácilmente ante el dolor o la pérdida, la cólera, la codicia o el egoísmo, el hambre, la sed o la inconstancia, como el hombre común. Hay que dominar todas estas cosas tanto como sea posible y viajar a través de la vida con fortaleza, valor, alegría, paz, caridad y humildad. Dándose cuenta de que la atención del cuerpo no es lo más importante, uno tiene que soportar pacientemente aun el hambre y la sed y empeñarse constantemente en la contemplación de Dios. Por el contrario, reñir por cada insignificancia, perder el control, entristecerse a la más ligera preocupación, encolerizarse al menor insulto, preocuparse por la sed, el hambre y la pérdida de sueño, nunca pueden ser las características de un practicante espiritual. El arroz en su estado natural y el arroz cocido, ¿pueden ser lo mismo? La dureza del arroz natural está ausente en el cocido. El grano cocido es suave, inofensivo y dulce. El grano sin cocer es duro, vanidoso y engañoso. Ambos tipos son almas y hombres, sin duda; quienes están sumergidos en las ilusiones externas y moran en la ignorancia son los "hombres"; los que están sumergidos en las ilusiones internas son los aspirantes, y Dios no está inmerso ni en unas ni en otras; se encuentra ausente en ambas. Aquel que no tiene ilusiones externas se convierte en un aspirante y cuando, además, carece de ilusiones internas, puede ser considerado un dios. El corazón de tal persona se convierte en la sede de Dios. Por lo tanto, es posible deducir que todo está impregnado por Dios. Aunque, naturalmente, Dios está situado en cada corazón, la práctica espiritual es necesaria para que puedan discernirlo por sí mismos, ¿no es así? ¡No nos es posible ver nuestra propia cara! ¡Debemos tener un espejo para que nos muestre su imagen!. Así, también, es necesario un sendero básico, un método de prácticas espirituales para llegar a estar carentes de Gunas (cualidades primarias de un ser consciente).(4) |
(1) Sobre el Amor - Prema Yoga - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 64 -
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DIOS ES AMOR
FORTALEZA
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