"Señor, haz que nos demos cuenta de que no podemos ser felices mientras no busquemos satisfacción en el desarrollo espiritual, protegiendo la paz de nuestra mente contra toda influencia que pudiera alterarla. Que podamos entender que a felicidad llega no sólo por pensar en ella vagamente, sino esforzándonos por expresarla en todos nuestros estados de ánimo y en todos nuestros actos. Cualquiera que sea la tarea que estemos desempeñando, enséñanos a sentir la divina corriente subterránea, el oculto río de bienaventuranza que fluye incesante bajo las arenas de nuestras miríadas de pensamientos, y bajo el suelo pedregoso de nuestras dificultades. Aunque las circunstancias nos sean adversas, haz que podamos sentir una dicha secreta sabiendo que la felicidad es nuestro patrimonio, nuestro "tesoro enterrado". Guíanos para que hallemos en el alma riquezas muy superiores a las que sueñan los reyes".(1) |
En este mundo, el hombre logra felicidad de un objeto bello. Si miramos una hermosa flor, se genera la felicidad en nosotros. Habremos de considerar cuidadosamente si esta felicidad es permanente o transitoria. Una linda rosa nos hace sentir muy felices, mas en la noche la rosa se marchitará y para la mañana siguiente sus pétalos se caerán y ya no generará tanta felicidad. De igual manera, cada objeto bello no generará sino una felicidad pasajera en nosotros. Debemos tratar de comprender cuidadosamente en dónde se puede encontrar una felicidad permanente y duradera. Ello se podrá encontrar únicamente en el aspecto del Alma y en el pensamiento en Dios. Podremos lograr una felicidad permanente sólo e cosas que sean permanentes. De cosas que son transitorias nunca podremos lograr una felicidad que sea permanente. Y sólo después de experimentar una felicidad permanente así, lograremos verdadera dicha. No podemos ir en busca de esa dicha en todas partes. Si lo hiciéramos, sería como ir a buscar diamantes en el mercado de pescados; sólo encontraremos pescados, pero no diamantes. Puesto que este mundo es temporal y toda la vida en él es incierta, no podremos encontrar una felicidad permanente en este mundo.
Como resultado de nuestro apego al cuerpo y a sus órganos, no hacemos más sino alabar la belleza en el mundo. Cuando uno entra en contacto con la Forma Divina, la ignorancia será removida de su cuerpo. Por medio del sadhana (práctica espiritual), hasta una persona ignorante puede convertirse en sabia. Realizando esta verdad, las gopikas se mantenían próximas a Krishna y también le eran caras a Este. Todas sus acciones se orientaban a lograr la inmortalidad, pero no se llevaban a cabo con algún motivo egoísta. Todos los eventos que leemos en el Bhagavata han de ser considerados como acciones llevadas a cabo por las gopikas con un corazón puro y sagrado. Ellas se consideraban a sí mismas como parte del Señor. Experimentaban la Unidad en toda la Creación. No hemos de mirar estas acciones de manera superficial. Sus deseos se habían incinerado por completo en el pensar centrado en lo Divino. Si quisiéramos experimentar tal estado de dicha, habríamos de alcanzar ese elevado estado de devoción. Se dice que todo lo que resulta visible a nuestros ojos no existe en verdad y habrá de desaparecer a su debido tiempo. Aquello que ha de desaparecer irremediablemente no puede conferirnos felicidad. Cuando adquirimos cosas mundanas, logramos una felicidad momentánea y, cuando nos separamos de ellas, también sentimos pesar. Cuando nos llegan el dinero y la riqueza nos sentimos felices, pero cuando se van, nos sentimos desdichados. Todas estas cosas son de una índole que nos dan felicidad cuando vienen y nos traen pesar cuando se van. Por asociación conseguimos felicidad y por disociación, pesar. Debemos intentar buscar sólo el aspecto Divino del Amor, porque no implica ni asociación ni disociación. Este tipo de Amor Divino no conoce razones. Representa la forma natural de la Divinidad en el hombre. Ello es, en verdad, la real riqueza del hombre. Uno es muy afortunado al conseguir un nacimiento humano, pero por el hecho de llenar tal vida humana con variados deseos materiales, la llenamos de sufrimiento. Si no tuviéramos deseos, no sufriríamos en absoluto y no puede haber alguien que sea más feliz que quien no tenga deseos. Todo este sufrimiento es nuestra propia creación. La preocupación no tiene forma en absoluto. No es más que nuestra propia creación. La forma de la ansiedad es la nada. Nuestros propios deseos son los responsables de nuestro sufrimiento. Deberían mantener a distancia los problemas inútiles y llevar una vida feliz.(2) |
(1) Oración de Paramahamsa Yogananda: "La Felicidad es nuestro Patrimonio"-
|
DIOS ES AMOR
FELICIDAD
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario