VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: ESPERANZA - OPTIMISMO

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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ESPERANZA - OPTIMISMO


"Si el mayor pecador de la Tierra se  arrepintiera en el momento
de su muerte y exhalara su último aliento en un acto de amor, ni las muchas gracias que ha desperdiciado ni los muchos pecados que ha cometido se lo impedirían. Nuestro Señor
lo recibiría en Su clemencia".
(1)

Obtendremos la cosecha de arroz sólo si sembramos la semilla del arroz. No obtendremos cosecha alguna si sembramos arroz frito. Los ciudadanos de este país siempre han vivido de la esperanza. Perder la esperanza no es una característica de nuestros conciudadanos. Sufrir de falta de fe y de desesperanza representa una debilidad y el cultivo de esta debilidad les hará perder toda la fuerza humana que poseen. El entusiasmo y la dedicación son las cosas que mostrarán el camino hacia la prosperidad del hombre. Cada individuo que posea este entusiasmo y esta dedicación logrará con seguridad el éxito y la gloria en cualquier tipo de actividad que emprenda. Nuestra propia cultura nos muestra que el que posee dedicación e interés siempre triunfará. Hemos de hacer el intento de recorrer el trayecto de nuestras vidas con interés y entusiasmo. La filosofía del karma (de la acción) que aceptamos en este país es algo muy sagrado y es por eso que se dice que creemos en la necesidad de hacer buenas cosas. Representa una característica importante de nuestra cultura el que, tanto como individuo, como familia o como sociedad, haya una considerable tolerancia y dependencia mutuas. Cuando se llega a reconocer la conexión entre estas tres características y cuando uno puede reconocer y respetar los preceptos espirituales que se nos entregan, prestándole simultáneamente suficiente atención a los deberes mundanos, no cabe duda de que la sociedad prosperará y que habrá paz en el mundo. Debido a que nuestro pueblo ha reconocido la conexión existente entre el pensamiento mundano y el aspecto espiritual, es que le es posible transitar por la senda correcta y llegar a ser líderes en el pensamiento mundial. Aquí siempre se ha enseñado que el pensamiento mundano y espiritual no pueden contradecirse.(2)
Todo lo que tiene una forma y nombre, definido y concreto, también tiene una causa, un creador, un hacedor, cada acto implica un hacedor, no obstante, entre los hombres existe el optimismo y el pesimismo, la esperanza y la depresión. Los optimistas siempre buscan alcanzar valores superiores; los pesimistas caen en el desánimo y la desesperación. Durante las noches, los optimistas miran las estrellas; los pesimistas lo hacen hacia abajo y se quejan de la oscuridad que reina en su alrededor. Los optimistas obtienen confianza y valor del titilar de miles de luces en el firmamento; los optimistas sólo admiran la flor en el rosal, los pesimistas sólo ven las espinas. El temor que le infunden las espinas provoca que las recojan con brusquedad, propiciando la caída de los pétalos.
Al ver un vaso medio lleno de agua, el optimista se alegre de que esté así, mientras que el pesimista se entristece porque está medio vacío. Aunque ambas apreciaciones son correctas, el optimista espera llenar la otra mitad, mientras que el pesimista se da por vencido y cae en la desesperación. Aquel tiene fe, el otro carece de ella para que lo sustente. Por lo tanto, debemos cultivar la fe mediante un esfuerzo continuo.
La fe debe conducir al esfuerzo, es esencial para el progreso humano en todos los campos. El conocimiento y por medio de éste, la sabiduría, pueden obtenerse sólo mediante la fe y el esfuerzo; al proveerse de éstos, el hombre puede aventurarse hacia grandes alturas y salir victorioso. Claro está, debe cuidarse de no cultivar fe en las cosas que son puramente materiales, debe profesar fe sólo en la eterna y genuina verdad: Dios.
La fe es poder. Sin fe es imposible vivir, fe en que el mañana seguirá al hoy; eso es lo que nos permite aceptar las actividades y proyectos que se extienden más allá de este día. Las personas carentes de fe no pueden elaborar planes; atraen la miseria por su falta de fe.
Un hombre rico en Sudáfrica, cierta vez oyó una voz divina que le prometía una mina de oro; con la sola condición de que cavara en cierto lugar. Procedió a cavar en el lugar indicado hasta una profundidad de setenta metros y al no descubrir ninguna veta de oro, su fe desapareció; dudó de la autenticidad de la voz. Más tarde les habló a otros acerca de la voz que lo había engañado. Cuando otro rico oyó la historia, cultivó una gran fe en lo que creía era el mandato de Dios, cavó en el mismo lugar y descubrió una rica mina apenas tres metros más abajo; la mina de oro se convirtió en la más rica y famosa de Sudáfrica.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un barco que llevaba cipayos de la India fue bombardeado por los japoneses y se hundió. Muchos perdieron la vida y sólo cinco hombres pudieron subirse a un bote, esperanzados en sobrevivir a pesar del mar agitado. Así estuvieron a la deriva durante varias horas. La desesperación se apoderó de uno de ellos y gimió: "El mar me va a devorar y seré pasto de los tiburones" y, debido al pánico, cayó al mar. Otro de ellos lloró por su familia: "Temo que sufrirán mucho; moriré sin haber asegurado su futuro", exclamó con amargura; perdió la fe en sobrevivir y exhaló el último suspiro. El tercer hombre profirió: "Ay de mí!, tengo conmigo los papeles del seguro, qué lástima no haberlos depositado en manos de mi esposa. ¿Cómo podrá cobrar el seguro ahora que estoy a punto de morir?" Y también murió. Los otros dos se apoyaron mutuamente en su fe en Dios y dijeron: "Debemos aferrarnos a la vida, no importa cuán desesperada sea la situación, pues Dios nos ha creado con algún propósito valioso, no cederemos ante el miedo ni renunciaremos a nuestra fe en la compasión y el poder de Dios". Poco después abandonaron el bote, pues comenzaba a hundirse, y nadaron hacia la playa. Al cabo de cinco minutos, un helicóptero enviado desde un barco costero que había captado el S.O.S. del otro barco antes de que éste se hundiera, los localizó y los condujo a un lugar seguro; cuando ya estaban a salvo exclamaron: "Sólo cinco minutos separan a la victoria de la derrota!". Quien cavó buscando la mina de oro muy bien podría haber dicho: "Sólo tres metros de tierra separan a la victoria de la derrota". La fe logró la victoria, la falta de ésta provocó la derrota y la muerte.
La fe es el aliento mismo por el que vivimos. Todo ser es el efecto de alguna causa y ha sido creado con algún propósito. El hombre ha sido creado por alguna causa a la que tiene que servir. Los jóvenes deben creer firmemente en este principio de causa y efecto. La copa de plata sirve para algo; aquella no existía como tal; existía sólo la plata. De manera similar, la vasija está latente en el montículo de barro como causa, todavía no se ha manifestado como efecto en las manos del alfarero. La causa y el efecto están entrelazados de manera indistinguible. La plata es la causa y la copa el efecto; el barro es la causa y la vasija el efecto; de igual manera, la Divinidad es la causa y la humanidad el efecto.(3)




(1) Santa Teresa de Lisieux
(2) Lluvias de Verano - Tomo 3 - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 17 -
(3) Mensajes de Sathya Sai - Vol. XI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Prashanti Nilayam, 27-6-81 - Pag. 94/97 - Extractos -

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