VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: EQUILIBRIO

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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EQUILIBRIO


"En momentos de infortunio escuché Tu Voz que me decía: "El sol de mi protección brilla lo mismo en tus horas más negras, que en las más luminosas. "Ten fe y sonríe! La tristeza es una
ofensa a la naturaleza de bienaventuranza del Espíritu. Deja que Mi Luz que transforma la vida, brille a través de la diafanidad de tu sonrisa. Si quieres complacerme, sé feliz, hijo Mío".
(1)

En este mundo, el hombre no puede experimentar lo sagrado, sin un enfoque de equilibrio mental. Es este equilibrio mental el que representa el Sadhana (disciplina espiritual) apropiado que puede conferirle una felicidad completa al hombre. Mientras no intente poner en práctica su equilibrio mental, su vida se encontrará en un estado de confusión. En el equilibrio mental se disciernen cinco tipos:
  • Equilibrio mental relativo al mundo.
  • Equilibrio mental común.
  • Equilibrio mental frente al trabajo.
  • Equilibrio mental frente a la devoción.
  • Equilibrio mental frente a la sabiduría.
La habilidad que poseamos en cuanto a poder controlar nuestros órganos sensoriales constituye la base para nuestro equilibrio mental. En el mundo de cada día encontraremos dolor y placer del mismo modo en que tenemos el calor y el frío. Si el hombre puede aceptar el dolor y el placer con una misma actitud, será capaz de llevar una vida feliz. Se hace necesario que reconozcamos la Verdad de que la felicidad se encuentra contenida en el pesar y el pesar contenido en la felicidad. Al reconocer esta Verdad nos resultará posible mantener una actitud igual respecto de ambos. El placer representa un intervalo entre dos dolores. Sólo cuando el dolor se encuentra entremezclado con el placer podemos darle algún valor a éste. Por eso es necesario que lo recibamos a ambos con una mente equilibrada. Este tipo de equilibrio mental es el que se refiere al mundo. Cuando podemos desarrollar este tipo de equilibrio mental, nos hacemos capaces de resistir las dificultades que nos salen al paso.
Luego viene el equilibrio mental relativo a la sociedad. Alabanza y crítica, ganancia y pérdida, victoria y derrota no son mutuamente opuestos. Hemos de meternos en este asunto y examinarlo más en detalle. Tanto la crítica como la alabanza sirven para establecer la estabilidad de un hombre. Parecen ser mutuamente contradictorios, aunque de hecho no lo son. Aquello que les puede llevar a una posición respetable, también puede hacerlos caer. En la medida que sean alabados, también crecerá paralelamente la crítica. Mientras más profundamente vayamos cavando en el pozo; tanto más alto se irá haciendo el montón de tierra junto a él. El pozo será descripto como un hoyo profundo, en tanto que la tierra extraída se describirá como un montón de tierra. Podemos imaginar que el pozo corresponde a la crítica, mientras que el montón de tierra corresponde a la alabanza. Sin embargo, si echamos el montón de tierra dentro del pozo, éste quedará tapado. En este contexto, la tierra del pozo y la tierra del montón son lo mismo. Una vez que comprendamos que, de hecho, esto es así, ya no le temeremos ni a la crítica ni a la censura. Desarrollaremos un equilibrio mental ante la alabanza y la crítica.
Tomaremos ahora las pérdidas y las ganancias. Si, por un lado, nos sentimos felices de haber logrado ganancias, también habremos de tomarnos el trabajo de protegerlas. La misma medida de sufrimiento por el que habremos pasado antes de lograr la ganancia seguirá estando allí también después. Cuando nos sentimos felices de haber logrado un margen de ganancia, también lamentaremos que vengan los agentes de impuestos a quitarnos una buena parte de él. Si logramos desarrollar una actitud respecto de que no ganar sino veinticinco rupias es lo mismo que ganar cien y pagar un impuesto de setenta y cinco, podremos llevar una vida feliz. Si logramos desarrollar una actitud respecto a que no deseamos ni la ganancia ni la pérdida, podremos llevar una vida pacífica y tranquila. De esta manera siempre andarán juntas ciertas actitudes conexas con la sociedad, como el dolor y el placer, la victoria y la derrota, etc. Nuestra primera tarea habrá de ser la de reconocer nuestro deber. No tendríamos que estar pensando si ello nos llevará a la victoria o al fracaso. Es deber del hombre llevar a cabo un intento: el éxito o el fracaso de éste habrá de serle dejado a Dios. Si llegamos a desarrollar esta actitud, no seremos alterados ni por los éxitos ni por los fracasos.
A continuación viene el equilibrio mental relativo al trabajo. En este mundo son naturales las consecuencias como el éxito o el fracaso que provengan del trabajo que lleven a cabo. Esta creación consiste en la confluencia y separación de cosas. Todo lo que nace está también destinado a morir. No obstante, los seres humanos de hoy desean encontrar una razón para la muerte, siendo que no quieren saber la razón para el nacer. Siempre estamos preguntando por qué y cómo murió alguien, pero no preguntamos por qué nació alguien. Así como nada sabemos sobre la causa de la muerte de uno, tampoco sabemos sobre la causa por la que uno nace. Con un propósito superficial pensamos que alguien murió ya sea debido a un accidente o a una enfermedad. Esto no es así. El único responsable por la muerte es el nacimiento. Si reconociéramos que el nacimiento representa la razón para la muerte, no lamentaríamos la muerte. Por ende, no deberíamos preocuparnos sobre los resultados del trabajo que emprendamos. Habríamos de reconocer al trabajo como algo natural para un ser humano.
Lo siguiente es el equilibrio mental relativo a la devoción. Para aquel que reconoce que Dios representa la base del éxito y del fracaso, de las ganancias y las pérdidas, no habrá diferencia alguna entre estos aspectos. En ello habríamos de reconocer la actitud equilibrada de Dios mismo. Una vez que reconozcamos la Verdad de que Dios es Omnipresente y que se encuentra presente en cada uno y en todos, no habrá diferencia alguna entre uno y otro. Desarrollando estas ideas seremos capaces de desarrollar un equilibrio mental a través de la devoción.
Está el equilibrio mental relativo a la sabiduría. Habríamos de reconocer que Dios está presente en todas partes y que el reconocimiento de la unicidad de Dios constituye la base de toda religión. Si lo que realmente existe no es más que uno, no queda lugar alguno para diferencias de actitudes. La misma fuerza vital que está presente en un elefante, también lo está en un perro o una vaca. Y, desde el momento en que esta fuerza vital presente en todos los jivas o individuos es la misma y una sola, podemos observar que todo es un aspecto de lo Divino. Mientras mantengan el sentido de propiedad o mientras sigan diciendo "mío, mío, mío", no tendrán la oportunidad de observar otras cosas que no sean las vuestras. Mientras mantengan esta actitud no llegarán nunca a entender lo que no es vuestro. El día que desechen la idea de que hay algunas cosas que son vuestras, llegarán realmente a entender este aspecto de la ecuanimidad. Deben reducir sus apegos a las cosas.(2)




(1) Oración de Paramahamsa Yogananda: "Sé Feliz, Hijo mío"
(2) Lluvias de Verano - Tomo 5 - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Extractos de Pag. 159/166 -

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