"Estos rayos se dirigen en forma descendente, su fundamento está arriba: que se profundicen en nosotros ... Oh Varuna, despierta aquí, amplía su reino; que moremos según la ley de tus obras y estemos sin culpa ante la Madre Infinita".(1) |
¿Cuál es, exactamente la causa de la creación? ¿Cuál es la sustancia original que la creación afectó y en qué forma lo hizo? Estos interrogantes son importantes, no sólo para los bharatiyas sino para todos los hombres inclinados a la indagación. No puede haber un efecto sin una causa, no puede haber una estructura sin una base. Bien. Se puede afirmar que todo este cosmos visible tiene a Dios como su causa básica. Sin embargo, ¿qué es Brahman? Brahman es eterno, puro, siempre vigilante, omnisciente, indivisible, y sin forma; Brahman es el origen de este cosmos.
Ahora bien, pueden surgir algunas dudas en la mente de las personas: ¿cómo es que hay tanta parcialidad evidente en la creación? Algunos nacen sanos, y otros enfermizos; algunos llevan vidas prósperas, sin preocupaciones, mientras otros tienen que luchar durante toda su vida en la más terrible pobreza. Ciertamente que se puede argüir que la creación o el Creador muestran suficientes signos de parcialidad. Viéndolo, la gente saca en conclusión que, si el mundo ha sido creado por Dios, éste tendrá que ser la crueldad personificada. Y una inferencia tal parece justificada desde el punto de vista del hombre común, mas la Pura Corriente de la Cultura Espiritual Hindú, declara que esto no es en absoluto cierto. Dice que Dios no es la causa ni de la miseria ni de la alegría; ni de la buena ni de la mala suerte. Entonces, ¿quién es el que produce el bien y el mal? Nosotros mismos, es la respuesta. La lluvia cae por igual sobre la tierra labrada como sobre la baldía. Sólo la tierra cultivada se beneficia con ella. No hay que echarles la culpa a las nubes. La falla reside en el ocioso ignorante que deja sus tierras sin cultivar. La Gracia de Dios está siempre al alcance de la mano, carece de un más o un menos, de altas y bajas. Puede plantearse la pregunta: ¿por qué algunos nacen en la felicidad y otros en la desdicha? No han hecho ni el bien ni el mal como para ser tratados con tanta iniquidad. Cierto, no han hecho nada en esta vida, simplemente han nacido. Sin embargo, han hecho cosas buenas o malas en vidas anteriores. Las consecuencias de lo hecho en la vida anterior deben ser experimentadas en esta vida.(2) Llegar a perfeccionarse es el destino ineludible de cada uno. Cada ser viviente habrá de lograr finalmente la perfección. Cada uno se encuentra, en el presente, en alguna etapa particular de su recorrido, como resultado de las actividades a que se dedicó durante vidas anteriores y de los sentimientos que albergó en el pasado. El impulso por lograr la salvación y el poder para elevarse hacia la liberación no podrán extraerse de ningún libro. Esta fuerza ha de provenir del individuo mismo. Uno puede pasarse toda la vida sumido en libros de profundo contenido, puede ganar el más alto rango entre los intelectuales, pero, al final de todo, puede que no haya realizado ni el más mínimo progreso en el campo espiritual. Por ende, constituye un craso error concluir que un erudito en las escrituras que haya alcanzado la más alta excelencia, pueda ser considerado por ello como maduro en cuanto a sabiduría espiritual. El mismo erudito puede imaginar, mientras más aprende de libros y más libros, que también está progresando mucho en la senda espiritual; mas, cuando examine los frutos de sus estudios, reconocerá que, aunque su intelecto se ha hecho más agudo y ha logrado más peso, no ha llegado a adquirir ni en lo más mínimo una mayor conciencia del Alma. Puede ser que la persona llegue a escribir elaborados comentarios sobre el Gita. No obstante, si como resultado de tanto estudio no demuestra en su carácter, su conducta y su acción que el Gita ha empapado todo su ser, toda esa erudición no será más que una carga que arrastre a todas partes. El estudio de las escrituras y demás textos puede reforzar las ansias espirituales inherentes en el hombre e inducirlo a practicar los preceptos. No traten al aprendizaje que derivan de ellas sólo como una cantidad de forraje para el cerebro. Debe ser sublimado en bienaventuranza por cada individuo. Debe desterrar de su ser todos los malos rasgos como la envidia, la ostentación y el egoísmo.(3) Si un individuo desea llegar a ser una persona importante, habrá de contar con tres buenas cualidades. La primera será la de poseer una fe firme e inalterable en la necesidad de ser bueno. La segunda, la de estar libre de odios, envidias y ego. La tercera, la de ser capaz de apreciar y de gozar al ver a otro individuo o a la sociedad que le rodea hacer un buen trabajo. Es a través de estas cualidades que llegará a saberse de la grandeza de una persona. Las antiguas tradiciones de Bharat (la India) han reconocido y proclamado siempre la grandeza de estas cualidades en un individuo. No es solamente que se llegue a establecer la importancia de un individuo, sino que hasta la reputación del país se hará conocida a través de los ciudadanos individuales que posean estas cualidades. Si queremos que el país se haga grande, y que esta grandeza sea reconocida fuera de él, es necesario que los gobernantes del país también las posean. Lamentablemente, hoy en día ha estado señalando que tales virtudes no son esenciales, justamente la gente que es incapaz de reconocer la verdad en nuestra ancestral cultura. Tales personas, incapaces de reconocer los valores en nuestra cultura, andan diciendo que nuestras tradiciones representan grilletes para el progreso y que actúan como un obstáculo para la libertad de nuestra mente. Insisten en que las peregrinaciones no son necesarias y que visitar a grandes santos no es más que un signo de debilidad mental. Puede que no todos ustedes se hayan dado cuenta de que este tipo de declaraciones no representan sino discursos de plataforma que lanzan personas que ocupan posiciones de autoridad y de poder. A veces también son motivados políticamente. Estas palabras se emiten de manera muy superficial, sin profundidad alguna de investigación o de reflexión que las apoye. Para poder reconocer la Divinidad del hombre debemos aprender a respetar el Servicio. El deber del hombre es el de servir a la sociedad de la que forma parte. Se da el caso hoy en día que todas nuestras ideas y nuestros pensamientos los hemos tomado en préstamo de otros. Todos parecen transitorios. Pareciera que no hay en absoluto valores permanentes. Debido a que hemos puesto tanta fe en la experiencia mundana y en las cosas que se basan en dicha experiencia, somos incapaces de conocernos a nosotros mismos. Cada individuo imagina que ha logrado grandes cosas y tales logros son utilizados con el propósito de proclamar su propia grandeza y de ensalzar su reputación. En verdad, sin hacer uso de nuestra fuerza y nuestra inteligencia en la senda correcta, queremos emplearlas con el propósito de proclamar interesadamente nuestra propia grandeza. Deberíamos dedicarnos a promover el bien total, el bien de la comunidad, de manera desinteresada, con Amor puro e inegoísta. Las personas que hoy en día le dan su apoyo a diferentes cosas producidas por la ciencia, se sienten ellas mismas confundidas con respecto a si estas cosas servirán para el bien del pueblo o si lo perjudicarán o dañarán. Sólo cuando alguien haya logrado un completo control sobre su mente y su inteligencia y crea en verdad de que la Divinidad está presente en cada ser humano, le será de alguna utilidad este conocimiento científico. Aunque uno pueda poseer una considerable cantidad de fuerza en el sentido material de la palabra, existe la probabilidad de que pueda perder todo lo que tenga, si carece del poder espiritual. Para cualquiera es una virtud sagrada ser capaz de gozar y de apreciar lo bueno en otras personas. Mayor que ella s la cualidad por la que nos libramos del egoísmo y aplicamos todos nuestros recursos al propósito de hacer el bien a otros. Sea cual fuere el saber y la instrucción que uno logre adquirir, la educación se transforma en algo útil sólo cuando uno puede reconocer que todo aprendizaje no debe tender sino a capacitarle para hacerse digno de la Gracia de Dios. ¿De qué sirve ser docto en varias ramas del conocimiento? ¿Le es posible a uno cambiar por este medio el destino que se le ha dado? Cuando vuestra cabeza está llena de malas ideas, se vuelven romos vuestra inteligencia y pensamientos. Se debió a que Ravana tenía las tres malas cualidades de la envidia, la ira y el ego que fuera despojado de toda oportunidad de éxito, pese a contar con varios poderes. En aquel que sufre de ego, faltará el poder para discernir entre lo que es transitorio y lo que es permanente. Aquel que desarrolle la envidia perderá la bondad y la habilidad de dar libremente. Aquel que desarrolle la ira, perderá toda oportunidad de aspirar a las alturas de la gloria e incluso desaparecerán las posesiones que tenga. Desaparecerán, asimismo, su reputación y su fuerza, justo en el momento en que más las necesite. Aquellos que estaban cerca de él, se distanciarán. Para aquel que desarrolle el orgullo, todo se volverá malo. Los que sufren de ira no podrán obtener resultados, y sentirán vergüenza en los momentos cruciales. La gente de hoy tiene forma humana. Las personas parecen humanas, pero se comportan como demonios. Existe una contradicción en esta situación. Desde el momento en que hemos tomado la forma humana deberían germinar en nosotros las cualidades apropiadas para un ser humano. Podemos expresar de palabra que somos seres humanos, que somos devotos, que Dios en la forma del Alma está presente en nosotros, pero se ha vuelto muy raro que estas declaraciones se lleven a la práctica. La primerísima cosa que deberíamos hacer en este contexto, es corregir nuestras prácticas. Por medio de nuestro esfuerzo podemos lograr cualquier cosa realmente grande. Nuestra vida reflejará el tipo de conducta que aceptemos y manifestemos en nuestra vida diaria.(4) |
(1) Rig Veda - I, 24, 7, 11. 15 -
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DIOS ES AMOR
DIGNIDAD
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