VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: DESAPEGO

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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DESAPEGO


"Aquel que ha dominado su mente será siempre el mismo, en los buenos y en los malos momentos. Las aflicciones y las alegrías no son sino aberraciones de la mente. Cuando la mente se asocia con los sentimientos y el cuerpo, se
ve transformada, afectada y agitada. Cuando uno ingiere alguna droga o bebida embriagante deja de sentir dolor. ¿Cómo sucede esto? La mente se aísla del cuerpo y, por lo mismo no se siente perturbada por el dolor físico o por las incomodidades. En forma similar, el seguidor
del Sendero del Conocimiento sumerge su mente en el Alma y disciplinándola puede establecer así la quietud y la PAZ INTERIOR.
 La mente cae en cautiverio cuando vive ávida de múltiples y variadas cosas o bien de la compañía de los hombres y prefiere esta situación o aquella.
El apego es esclavitud, el DESAPEGO es liberación".

El mundo de hoy está agobiado por muchísimos problemas. Por un lado está el miedo a la guerra, por el otro, están esclavizados ante el temor a la sequía y la escasez de alimentos. En un frente tienen el egoísmo y en otro, el ansia de poder. Desde ésta dirección tienen esta tendencia del hombre a olvidarse de su Divinidad innata y a asumir cualidades demoníacas que lo tornan en verdadero demonio. Entonces, tienen ideas como chauvinismos regionales, los problemas financieros y monetarios, las diferencias establecidas en base a casta, credo o religión, las alteraciones producidas por la generación joven ... Son muchos los problemas que confrontan al hombre. Cualquiera sea la dirección en que miren al mundo, sea lo que fuere que perciban, todo les produce una sensación de temor y de angustia. Mas hay una cualidad en el mundo que les puede dar una sensación de seguridad y ella es el DESAPEGO. Este desapego no es sino una cualidad mundana, no obstante, el hombre debería aspirar a comprenderla y entenderla y hacerla parte suya como para que pueda lograr la Realización.
El egoísmo es la principal causa que provoca que la gente se olvide de su Verdad esencial. Una vez que el egoísmo entra en el hombre, éste se aleja del ideal y se precipita desde lo alto de la escala humana en una rápida caída, peldaño tras peldaño, hasta el mismísimo suelo, hasta su más baja condición. El egoísmo crea antagonismos, odios y apegos. A través de los apegos y los afectos y también a través de la envidia y el odio, uno se interna en la actividad hundiéndose en el mundo. Esto conduce a una identificación cada vez mayor con el cuerpo físico, incrementándose así el egoísmo. Mientras el cuerpo está entregado al sentido del ego, y a la innata fascinación consigo mismo, no lograrán desvincularse de todas estas posesiones materiales. Y mientras no logren acallar el clamor por las posesiones materiales, no lograrán que los abandone el temor. Aquellos que buscan alcanzar el estado de intrepidez en la forma de este despego, deberían tratar de buscar la unidad que le es connatural a esta inmensa diversidad. Los que deseen llegar a esta unidad subyacente, deberán desechar su sentido de apego, su sentido de lo mío y lo tuyo. Los que deseen encontrar éste sentido del desapego, que deseen sobreponerse al sentimiento de "lo mío", "lo tuyo", y del "yo", deberían enfrascarse en las actividades del Servicio, porque el servicio a la sociedad es lo que le confiere al hombre esta plenitud de la existencia. Lo hace expandirse hasta la Divinidad y lo hace realizar su propia naturaleza. Es por ello que ésta idea de servicio a la sociedad no ha de tomarse como una cosa cualquiera, porque únicamente el que posea la pureza del corazón podrá aprehender el significado interno de la sagrada idea que se esconde tras este servicio.
El hombre se lanza a la acción siguiendo el impulso de sus sentidos, mas no entiende que está totalmente sumido en su acción y que está asegurando plenamente la experiencia que ella le depare. A nadie en este mundo le resulta imposible desechar esta idea de "hacer" algo. Siendo éste el caso, todos y cada uno deberían preguntarse: "Qué es lo que debemos hacer ante todo y en primer lugar?". Pues para que podamos ver la unidad en esta inmensa diversidad, deberemos asumir algunas tareas y actuar. Sólo ésta circunstancia hace que uno pueda santificar su existencia. Un acto desinteresado, por insignificante que sea, puede acarrearles insospechados beneficios. Si no poseen un corazón tierno y de resignación, nada de lo que hagan por magnífico y elevado que sea, tendrá algún significado.
El carácter es nuestro aliento vital, representa la vida. La única solución para todos los problemas que angustian al hombre de hoy es: "Vuélvete desinteresado". Además hoy no hay gestos de amor en parte alguna, ésta es la causa principal de todos estos problemas. Entre un individuo y otro imperan tendencias como el odio y la envidia. ¡Y no pueden llegar a enfrentarse cara a cara con Dios sin un asomo de amor!. La solución para todos estos problemas es ¡AMOR Y SOLO EL AMOR!. Y el hombre se ha aprisionado en este templo de tinieblas, ha extraviado el camino, se ha vuelto egoísta, se ha envenenado a sí mismo y se ha apartado por sí mismo de Dios. Corre tras placeres efímeros y efímeras fuentes de alegría, aunque se atreve a decir: "Estoy tratando de refrenar mis sentidos". Ahora, hoy en día, los aspirantes se pueden reconocer por el hecho de que persisten en hacer una serie de cosas. ¡Sin saber lo que están haciendo! Se comportan como si fueran devotos. Todo ello está muy bien, pero no hay que olvidar que, mientras hacemos todo esto, el objetivo último es el de PONERLE FRENO A LOS SENTIDOS. ¡Sin esta idea del control de los sentidos, de nada sirve dedicarse a todo lo demás!. Cuando experimentamos enojo u odio, debemos tratar de eliminarlos. En todo lo que hagamos, debemos ser modelos e ideales para los que nos rodean. Sea lo que fuere que otra persona diga, debemos OLVIDAR Y PERDONAR, y seguir adelante, ocupados en nuestras cosas. Con el fin de liberarse de la doble atadura del placer y el dolor, uno tiene que liberarse del cuerpo físico y permanecer limpio de acciones egocéntricas. Tal cosa requiere de la ausencia de apegos y odios. El deseo es el enemigo número uno de la liberación. Cuando la mente se haya purificado y esté libre de ataduras, la conciencia del ego desaparecerá por sí sola. No ser afectado en ninguna forma por el mundo; ése es el sendero de la autorrealización, la cual puede ser adquirida solo en el propio ser interno de cada uno. La llama del deseo no puede ser extinguida sin la conquista de la mente. La mente no puede ser dominada si no se apagan las llamas del deseo. El que está liberado en vida, está firmemente instalado en el conocimiento del Alma. El ha alcanzado este estado viviendo una mezcla de verdad y falsedad del mundo y contemplando sus caídas y sus errores. A través de estos medios él ha desarrollado una agudeza de percepción sobre la naturaleza del placer y el dolor, y, con ella, una ecuanimidad hacia ambos. El sabe que las riquezas, las alegrías y los placeres mundanos son todos inútiles y hasta dañinos. El toma las alabanzas, las críticas y hasta los golpes con una convicción serena, no lo afectan ni el honor ni el deshonor. Obviamente, el ser liberado en vida del ciclo de nacimientos y muertes, alcanza ese estado solamente después de largos años de disciplina sistemática y fe inquebrantables cuando el dolor y la incertidumbre lo asaltan. Las derrotas solo ocasionan que él torne más rigurosa la disciplina adoptada. Este ser liberado no muestra "deseos de vivir", está siempre listo para entregarse al abrazo de la muerte. La percepción directa de Dios es el estado en el cual el aspirante está libre de cualquier duda en relación a la unidad del individuo y Dios. Libre de esta duda, el aspirante quedará plenamente seguro de que las dos entidades, siendo una, serán siempre una. La muerte está muy influida por la pasión hacia los placeres materiales y el engaño de la ignorancia que persigue con una velocidad sorprendente los siempre evanescentes objetos del mundo, motivo por el cual tiene que ser una y otra vez conducida hacia ideales más elevados.
Por supuesto que esto es muy difícil al principio, pero mediante el entrenamiento constante puede lograrse la docilidad de la mente. La mente puede ser entrenada, siguiendo los métodos de la persuasión suave (la promesa de alicientes atractivos), la práctica de retirar los sentidos del mundo exterior, la resistencia al dolor y al trabajo, el cultivo de la sinceridad y la constancia, y la adquisición del equilibrio mental, es decir, los métodos de "control de los sentidos", "de las emociones", de "los deseos", "fortaleza", "fe" y "serenidad". Cuando se está en sueño profundo, la mente no funciona y por lo tanto el Universo prácticamente no existe para el individuo. El Universo nace, o "entra en la conciencia" y muere o "desaparece de la conciencia", de acuerdo con el poder cognoscitivo de la mente. En consecuencia, cuando la mente es destruida, el mundo es también destruido y se es libre.
Vean ustedes las nubes que vagan cruzando el cielo y dense cuenta de que no tienen una relación íntima y perdurable con éste, al cual ocultan aunque sea por unos minutos. Así también es la relación de ustedes con su cuerpo. ¿Qué me dicen de su propia sombra? ¿No es algo separado de ustedes? ¿Puede acaso su longitud, su claridad o su curso afectarlos en alguna forma?. Entiendan que existe la misma relación entre el cuerpo y ustedes mismos. La mente cae en cautiverio cuando vive ávida de múltiples y variadas cosas o bien de la compañía de los hombres y prefiere esta situación aquella. EL APEGO ES ESCLAVITUD, EL DESAPEGO ES LIBERACIÓN. Anhelar significa estar prisionero, morir; separar la mente de todos los apegos equivale a vivir eternamente libre. Para los hombres la mente es aquello que causa la esclavitud y que puede conceder la liberación. La mente corre tras un objeto, se siente atraída, sus sentidos se despiertan, se produce una acción, la mente se siente feliz o triste, sobrevienen los sentimientos, se produce el miedo, crece la ira, se desarrollan los afectos ... así es como los lazos del apego se cierran. El miedo, la ira, y los afectos son camaradas más cercanos del apego. El apego corre detrás de la alegría. ¿Y qué es lo que confiere alegría? La realización de los deseos, ¿No es cierto? El deseo conduce a odiar a aquellos que lo frustran y a desarrollar afecto por aquellos que lo alimentan, conduce al inevitable ciclo de gustos y aversiones. En este sentido, los ignorantes no tienen ningún escape. La mente que se ha manchado por el odio y la vanidad, y por las impresiones de un sinfín de apegos y deseos, puede tornarse brillante y resplandeciente si es puesta en el crisol de la reflexión y fraguada en el discernimiento. Esa brillante es la luz de la realización del conocimiento de que ustedes son el Alma. Al igual que el hollín que ensucia, los deseos, los apegos, las ansias y los anhelos ennegrecen la mente. Por esta razón, tienen que ser eliminados para que el esplendor del ser pueda surgir en el esplendor del Ser Supremo. Por muy profunda que sea la miseria, cualquiera que sea el problema, no permitan que sus riendas sobre la mente se aflojen, apriétenlas cada vez más, fijando la meta en valores más elevados. No permitan que se descarríe lejos del santo recinto de su corazón y oblíguenla a postrarse ante el Alma. Todas las ataduras se rompen y se es genuina y completamente libre. La serpiente se despoja de su antigua piel y no tiene nada más que hacer con ella. Desarrollen esta actitud de no apego: escapen del engaño ilusorio del cuerpo. El débil nunca puede comprender esta realidad. Con la constante meditación sobre el Alma y su gloria uno puede zafarse de los enredos del mundo y sus situaciones mundanas. El hombre no surgió simplemente para regodearse en el gozo causal y la alegría vana. Es insensato creerlo así. Identificarse uno mismo con el "yo" y estar atado a "lo mío" constituye el estigma que causa las aflicciones y la ignorancia. Donde no haya egoísmo, no habrá percepción del mundo externo. Cuando el mundo externo no es conocido, el ego no puede existir. El sabio, sin embargo, podrá desidentificarse del mundo y comportarse siempre como un agente del Señor, estando en el mundo pero sin pertenecer a él. No es suficiente con la simple renuncia a las actividades externas relacionadas con la satisfacción de los deseos sensuales. Las ansias internas también tienen que ser desarraigadas. Por lo tanto, han de cesar ambos: los impulsos internos y las prácticas externas.
Solamente el Conocimiento del Alma y la fe en el Ser Supremo pueden destruir las ansias irrefrenables.
Cuando lo burdo y lo sutil son trascendidos, entonces la mente, el intelecto y el aliento vital se subliman, es decir, cuando el ser ya no está atado por los sentimientos, pensamientos, impulsos e instintos y permanece solamente en la Esencia Divina: la existencia ideal y sin impurezas, el Ser Supremo. Debido a esto, el sabio siente que él es uno con el Omnipresente y Omnipotente, mientras que el ignorante, el no iniciado, la persona que no ha aprendido los primeros pasos de la disciplina espiritual, siente que él es uno con su cuerpo físico.
La luz es Sabiduría. Sin Luz todo es oscuridad. Si ustedes no han tomado la lámpara del Conocimiento para iluminar su sendero, tropezarán en las tinieblas y el miedo será su compañero. No hay mayor incertidumbre que el miedo, ni ignorancia más poderosa que la que deriva del miedo. Por lo tanto, decidan caminar a la luz del Conocimiento y sean dignos de haber nacido. El desapego depende también del conocimiento y de la devoción. Si ustedes privan al desapego de tales elementos, lo verán desmoronarse rápidamente. Y es que el desapego es la base fundamental para el progreso espiritual. Los tres: Desapego, Conocimiento y Devoción tienen que ser enfatizados durante la práctica espiritual y no hay razón para que estén separados o para que ustedes se esfuercen en ellos aisladamente. La Devoción incluye Conocimiento; el Desapego aislado de Devoción y Conocimiento, y la Devoción aislada de Desapego y Conocimiento, son por sí solos inefectivos. Lo máximo que puede proporcionarnos uno de estos caminos practicado independientemente de los otros dos es algún entrenamiento en la pureza, nada más.(1)




(1) Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Recopilación -

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