"La Luz del Sol de Tu Amor brilla con la misma intensidad para todos los miembros de Tu familia cósmica -el profeta, el héroe, la polilla y yo. El hombre tiene la culpa de haberse vuelto opaco, por desidia. Enséñanos a limpiar las nieblas del error de nuestro espejo de buen entendimiento. Nuestros brazos de resistencia espiritual están débiles, ¡Oh Señor! Conéctales Tu poder, para que tengamos fuerza para limpiar los oscuros vapores que se han extendido sobre nuestra transparencia, impidiendo que entre Tu Luz. Haz que seamos claros espejos pulidos que Te reflejen".(1) |
Al igual que las ratas que, incapaces de renunciar a su deseo de conseguir el arroz frito que se encuentra dentro de la jaula, quedan atrapadas en ella, los hombres incapaces de renunciar a la atracción de los deseos sensoriales quedan atrapados en ellos y, en consecuencia, pierden la gran dicha que podrían disfrutar realizando a Brahman.
Mirando a lo que se ve comúnmente desde una óptica mundana y decir que una cosa en particular es aire o son los rayos del Sol y mencionarla aisladamente, no representa sino una práctica común y carente de sofisticación. Se podrán dar cuenta de que ante la ausencia de cualquiera de las tres, no es posible reconocer la existencia de las otras dos. Si no hubiera Sol, no habría aire ni fuego. Si no tuviéramos aire, no podríamos comprender el significado de los rayos del Sol ni del fuego. Si no hubiera fuego, no habría posibilidad de tener nuestro aire ni el Sol. Por ende, fuego, aire y Sol son aspectos inseparables. Cuando habitualmente hablamos de la naturaleza del mundo objetivo queremos referirnos a la apariencia densa del mundo creado. Además, se incluye también en esta palabra la apariencia sutil de nosotros mismos. Si no hubiera fuego en este aspecto sutil de la Naturaleza, el cuerpo perecería. Sólo a través del fuego hay una posibilidad de que tengamos agua. En cada cuerpo se encuentra presente el aire en forma de prana o vida. Si el aire que toma la forma de vida no se encontrara presente en nuestro cuerpo, toda la vida se extinguiría. Entre los aspectos del fuego y del aire, el Sol toma el lugar del corazón y si faltara el corazón, aunque uno siga con vida en cuanto al propósito externo, ello equivaldría a la muerte. Por ende, no habiendo Fuego, Aire ni Sol, no podríamos reconocer la vida humana. Al entender la relación entre espacio, fuego y Sol, si comparamos nuestra mente con la Luna, nuestros ojos y nuestra visión con el Sol y nuestro corazón espiritual con el espacio o el cielo, los pensamientos que crucen por nuestra mente vendrían a ser como las nubes que llenan el espacio. Hay verdad en esto de reconocer nuestras ideas y pensamientos en cuanto nubes, ya que estas ideas nuestras no son algo permanente. Están continuamente cambiando y tomando otras formas. A veces, vienen a nosotros como gruesas nubes y toman configuraciones y formas poco comunes. Van cambiando de momento en momento. Es una experiencia común que las nubes vayan adquiriendo distintas conformaciones mientras se mantienen allí. A veces nos parece que toman la forma de un ciervo, otras que adquieren la de un zorro, pero tan pronto imaginamos esa forma en particular, la nube comienza a desmenuzarse y a adoptar otra forma. Las nubes cambian continuamente de forma y es la brisa la responsable de hacerlas cambiar y de disiparlas. Este aire o brisa puede ser comparado con una especie de deseo que disipa los pensamientos que vagan como nubes en vuestra mente. Son los deseos los que forman esta nube de pensamientos y son los responsables tanto de que se acumulen como de que se dispersen. Si nos preguntáramos sobre la conexión que podría existir entre la Luna y el Sol y los deseos que albergamos, llegaríamos a la conclusión de que no existe ninguna. Siguiendo con la analogía, podríamos decir que a veces se forman nubes muy densas y que llegan a ocultar a la Luna o al Sol, los cuales vendrían a ser aquí vuestra mente y vuestra inteligencia. De modo que, aunque en el caso de estudiantes jóvenes la mente y la inteligencia son claras y brillantes, hay veces en que no pueden funcionar correctamente debido a la existencia de pensamientos e ideas innecesarias e insensatas. En este contexto se habla, por ejemplo, de que el amor es ciego. Cuando no inquirimos respecto de si lo que sucede está bien o mal, deberíamos darnos cuenta de que no lo hacemos porque nuestra mente e inteligencia están ocultas por las densas e irracionales nubes de pensamientos malos. Este tipo de pensamientos hace también que nos desviemos hacia sendas incorrectas al obnubilar nuestra mente e inteligencia. Pese a que nuestra inteligencia es capaz de distinguir entre lo justo y lo injusto, hacemos lo equivocado debido a la engañosa ilusión que padece nuestra mente. No podemos pensar que sólo a veces tenemos el poder de distinguir entre lo justo y lo equivocado y otras no. Si no estuviera allí la divina capacidad de discriminación, estarían ausentes también nuestras facultades de comer, dormir, escuchar, etc. Esta capacidad de discernimiento representa a un aspecto de la trinidad de Fuego, Aire y Sol, y también nuestra mente está configurada por los tres. Se dice en el Bhagavad Gita que el intelecto constituye la mejor manifestación de Dios en el hombre. También ha sido explicado allí que los pies y las manos del Señor están presentes en todas partes y esto lo proclama El mismo. En este sentido, debemos darnos cuenta de que el Bhagavad Gita representa la esencia de las Upanishads. Las Upanishads aparecieron como punto final de los Vedas, el Bhagavad Gita y las Upanishads se encuentran íntima e inextricablemente conectados entre sí. Deben Desarrollar La Capacidad De Olvidarse Del Mundo Material, De No Olvidarse De Dios Y De No Temerle A La Muerte.(2) |
(1) Oración de Paramahamsa Yogananda: "Devuélvenos la Transparencia"-
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DIOS ES AMOR
CLARIDAD
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