VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: BUENAS COSTUMBRES

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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BUENAS COSTUMBRES


"Hazme transparente de pureza y que se manifieste Tu reconfortante luz dentro de mí.
Aquieta el incesante movimiento del espejo de mi mente para que sólo refleje Tu rostro infinito.
Abre de par en par las ventanas de mi fe para que aspire Yo Tu fragancia de paz.
¡Oh Autoiluminado! ¡Oh Inefable Refulgencia! Mira dentro de mis ardientes ojos y haz que por siempre me quede yo ciego para todo lo que no seas Tu".
(1)

Más que todas las edades anteriores (yugas), la Edad de Hierro, la Edad del Mal, el Kali Yuga ofrece senderos variados a través de los cuales el hombre puede adquirir discernimiento. Si lo que se necesita es educación, hay tantas escuelas e instituciones como ustedes las precisen, y si uno busca la riqueza, hay diferentes caminos por los cuales, con esfuerzo, puede ser obtenida honorablemente. A pesar de esto, sin embargo, no se acrecienta la felicidad o paz humana. En verdad, hay mucha más miseria que en épocas anteriores.
¿Cuál es, entonces, la razón? La razón está en el comportamiento humano, en la misma manera del vivir del hombre. La vida humana es indudablemente la más elevada en evolución, y para darle significado es indispensable el esfuerzo espiritual, un esfuerzo que sea puro y santo. Para esta forma de vida, el carácter es lo más importante. El carácter hace a la vida inmortal; él sobrevive a la muerte. Algunos dicen que el conocimiento es poder, pero esto no es verdad. El carácter es poder. Aun la adquisición de conocimientos exige un buen carácter. En consecuencia, todos deben anhelar obtener un carácter sin tacha, sin una huella de mal.
Observen que Buda, Jesucristo, Sankaracharya y Vivekananda, grandes sabios, santos y devotos del Señor, se mantienen como paradigmas en la memoria del hombre, aún hoy día. ¿Qué cualidad hizo a todos ellos memorables para todos los tiempos? Yo digo que fue el carácter de cada uno de ellos.
Sin carácter, la riqueza, la educación y el nivel social no son de utilidad alguna. El carácter es la fragancia de la flor; él da valía y mérito. Los poetas, los pintores, los artistas, y los científicos pueden ser grandes, cada uno en su propio campo, pero sin carácter, no pueden tener rango en la sociedad.
Ciertamente, pueden surgir dudas de si todos aquellos que ahora son saludados por la sociedad con respeto tienen el carácter que consideramos esencial de la grandeza. Sin embargo, estoy hablando de una sociedad y un carácter, que se adhieren a ciertos valores inmutables. Comúnmente, la sociedad atribuye importancia a ciertas cualidades, y las modas en el carácter cambian con los antojos de la sociedad. Pero la naturaleza básica de un carácter sin tacha es eterna; es la misma, sin importar las vicisitudes de la sociedad. En ese sentido; él es inmortal, estando asociado con otra entidad inmortal: el Alma (Atma).
Entre las cualidades que hacen intachable a un carácter, las del amor, paciencia, autocontrol, firmeza y caridad son las más elevadas y tienen que ser reverenciadas.
Los cientos de pequeñas acciones que realizamos todos los días se convierten en hábitos; estos hábitos forman la inteligencia y moldean nuestra actitud y nuestra vida. Todo lo que tejemos en nuestra imaginación, buscamos en nuestros ideales, anhelamos en nuestras aspiraciones, deja una huella imborrable en nuestra mente. Distorsionados por estas impresiones, formamos nuestro conocimiento, nuestra imagen del mundo alrededor de nosotros, y es a esta imagen a la cual nos apegamos.
El presente del hombre no es sino el resultado de su pasado y los hábitos formados durante ese largo período. Cualquiera sea la naturaleza del carácter que haya adquirido, no hay duda de que puede ser cambiada modificando los procesos acostumbrados de pensamiento e imaginación.
No es incorregible la maldad de ningún hombre. ¿No fue Angulimala, el salteador, convertido por Buda en una persona bondadosa? El ladrón Ratnakara, ¿no se convirtió en Valmiki, el sabio? Con esfuerzo consciente se pueden cambiar los hábitos y refinar el carácter. El hombre tiene siempre dentro de sí, a su alcance, la capacidad de desafiar sus inclinaciones perversas y de cambiar sus malos hábitos. Mediante un servicio desinteresado, así como merced a la renunciación, la devoción, la oración y el raciocinio, los viejos hábitos que atan a los hombres a lo terrenal, pueden ser desechados y nuevos hábitos que nos conduzcan a lo largo del sendero divino pueden ser incorporados a nuestras vidas.
El analizar la naturaleza de este carácter, sus modos y sus caprichos, e informar acerca del proceso de su remodelación, es el propósito de toda la literatura espiritual, de todos los poemas, epopeyas, libros y revistas. Sin embargo, tiene que advertirse que la mera lectura de un libro o revista no otorga discernimiento. Todo aquello que es visto, escuchado u oído debe ser puesto en práctica en la vida diaria. Si no se hace esto, la lectura es únicamente pérdida de tiempo. Si algo es leído como distracción, pasa con el tiempo y nada subsiste.(2)
Las manchas del corazón tienen que ser lavadas por la vida moral y el cumplimiento del deber de uno. Puede llegar un día en que el hombre se llegue a cansar y debilitar, pero entonces deberá orar de esta manera: "Señor, las cosas han ido más allá de mi capacidad, siento que un esfuerzo posterior será demasiado grande. ¡Dame fortaleza, oh Dios!".
Primeramente, Dios permanece a una distancia considerable vigilando los esfuerzos del hombre, como el profesor que permanece aparte cuando el estudiante escribe las respuestas a las preguntas. Cuando el hombre rompe sus ataduras con el placer, emprende buenas acciones y el servicio sagrado, Dios mismo se le acerca para alentarlo. El es como Surya Narayana (El Dios del Sol, el Padre del Tiempo), que permanece esperando afuera de la puerta cerrada; como el sirviente que conoce los derechos del amo y sus propias limitaciones. No anuncia Su Presencia ni cierra con violencia la puerta. El simplemente espera y cuando el amo apenas abre la puerta un poquito, el Sol penetra impetuoso y prontamente expulsando la oscuridad de adentro. Cuando es requerida Su ayuda, El está presente del lado del hombre, con Sus manos extendidas para proporcionarle ayuda. De esta manera, lo que se desea del hombre es únicamente discernimiento para orar al Señor y conocimiento para recordarlo a El.
Conocimiento Supremo quiere decir comprensión, pero esto no es sólo una acción intelectual. "Comer" no quiere decir la colocación de la comida en la lengua. Vale la pena comer solamente cuando la comida es masticada, tragada, digerida y asimilada en la corriente sanguínea y transformada en músculo y hueso, en fuerza y vigor. Así también, la comprensión o Conocimiento Supremo debe atravesar y vigorizar todos los momentos de la vida. Debe ser expresada mediante todos los órganos y sentidos, a través de los cinco órganos de la acción, a saber: boca, manos, piernas, genitales y ano y los cinco sentidos de percepción. El hombre debe llegar a este alto nivel. La simple acumulación de conocimientos no es Conocimiento Divino. Sólo lo es la virtud.
Para que uno pueda hacer servicio también se tiene que pasar un poco a través del placer (bhoga). Tal experiencia es parte de la ofrenda (yajna). Para hacer que funcione este cuerpo-máquina, el combustible del alimento tiene que ser usado. El alimento no es ofrenda, pero la hace posible. Por lo tanto, no debe confundirse la alimentación con la gula. Esto es parte de la adoración.
El culto no es simplemente cortar una flor y colocarla en un florero ante la imagen; el jardinero que se fatigó para cultivar la planta que dio la flor, también es un adorador. El cuerpo puede funcionar solamente cuando se le proporciona alimento. Aun el medio para un sacrificio es una ofrenda.
Toda acción hecha por causa de las tres entidades es sacrificio, a saber: utilizar al mundo para la adoración de Dios, establecer la paz y la justicia en la sociedad y controlar y coordinar las funciones del cuerpo. El primero es llamado ofrenda (yajna), el segundo, caridad (dana) y el tercero, austeridades (tapas). Todos los actos humanos deben estar subordinados a estas tres necesidades.(3)




(1) Oración de Paramahamsa Yogananda: "Mira mis ojos ardientes"-
(2) Sobre el Amor - Prema Yoga - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 5/7 -
(3) Sobre el Amor - Prema Yoga - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 13/15

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