"Mi Naturaleza Suprema devino ser viviente y este mundo es sostenido por él ... todos los seres tienen esto como fuente de nacimiento".(1) |
El hombre no es por completo el cuerpo; en el cuerpo denso tiene un cuerpo sutil, la mente, y, además, otro cuerpo aún más sutil que la mente, el Jivatma, el Alma individual o yo. Esta última no tiene principio ni fin, ni hay trazas en ella de muerte o de decadencia. Esta es la verdad en la que creen los bharathiyas. Esta fe se basa en lo que declaran los Vedas mismos.
Cerramos los ojos cuando adoramos a Dios. No tratamos de descubrir a Dios fuera de nosotros alzando el rostro y mirando hacia arriba. Otros aceptan que sus escrituras fueron elaboradas por personas divinamente inspiradas, en tanto que los bharathiyas creen que los Vedas representan la auténtica voz de Dios que emerge de los corazones de los sabios. Aquel que se desprecia a sí mismo de día y de noche por considerarse superficial y débil, jamás llegará a nada. Aquel que cree que tiene mala suerte y que es inferior, llegará a tener mala suerte y a ser inferior. Si, por el contrario, cultivan la conciencia de que son una chispa de Dios, que tienen como su realidad a la Divinidad misma, pueden llegar a hacerse realmente divinos y llegar a tener todos los poderes a la mano. Aquello que sienten es lo que llegarán a ser. Lo que domina es el cómo sienten. Esto constituye la base para todo lo que son. Tengan fe en el Alma, el yo. Esto representa un imperativo para el hombre. En ausencia de esto, el hombre está siendo reducido a un monstruo que se solaza en el vicio y la maldad. Sus antepasados lograron la prosperidad, la paz y la alegría y coronaron sus objetivos con el éxito, únicamente por medio de esa fe. Cuando la gente la pierde, es seguro que cae, porque esa fe es el aliento mismo de la vida. Cuando se acaba la respiración, el hombre se convierte en un cadáver (savam). Con el aliento de esa fe se convierte en Divino (sivam). La fe en el yo es la expresión del principio de Dios en el hombre, esta fe puede dotarle de todas las formas de poder y hacerle pleno e integral. Ello se debe a que el Alma, por su naturaleza misma, es autosuficiente y plena. No hay ninguna otra práctica espiritual que se requiera para realizar este estado. También la pureza es nuestra naturaleza y también la autosuficiencia pertenece a la naturaleza del yo. La impureza y la insuficiencia le son ajenas al hombre. Los estudiantes no deberían ignorar este hecho. La verdadera educación debe despertar esta fe e infundir la conciencia de esta plenitud en cada actividad. Este es el objetivo esencial, el núcleo central del tipo correcto de educación. Hay aún otra verdad que debemos mantener presente más que ninguna otra. Para los bharathiyas, la religión significa nada menos que vivencia, experiencia. Nuestra posición es que ningún logro vale la pena a menos de que uno se lo haya ganado por esfuerzo propio. Todo lo valioso ha de ser cultivado por uno mismo. La divina gracia es lo que le espera al empeño y a la práctica espiritual individual. Las doctrinas y preceptos de la religión han de ser asimilados por medio de la experiencia real. No es suficiente el aprenderlas para repetirlas luego como un loro. La verdad ha de ser identificada, esto constituye el paso primordial. Mientras más pronto entendamos la verdad, más pronto desaparecerán los conflictos religiosos y las disensiones entre los credos. El Omniser está más cerca de nosotros que lo más próximo; en realidad, toda otra entidad está mucho más alejada, aunque nos parezca muy cercana. Deben tomar conciencia de este hecho. Sólo así podrán aflojarse los nudos que mantienen atenazado al corazón. La imitación jamás podrá convertirse en cultura. Pueden vestirse con ropajes reales y actuar el papel, sin embargo, ¿les convertirá en reyes esta imitación? Un asno recubierto de una piel de tigre no se convertirá en un tigre por ello. La imitación es signo de cobardía. No puede promover progreso alguno. De hecho, la tendencia a imitar y a copiar hace que el hombre descienda, gradualmente, hasta una condición lamentable. Deben poner todo su empeño en elevarse a sí mismos en cuanto a lo que son realmente. No deben imitar a otros ni copiar sus actitudes, sin dejar por ello de asimilar lo bueno que puedan aportar. Debemos aprender de otros aquello que muestren de positivo. Sembramos semillas, las proveemos de un buena tierra, de agua y de abonos. La semilla germina y crece hasta llegar a convertirse en un árbol frondoso. El hecho de haberla puesto en la tierra no hará que se convierta en tierra, ni se convertirá en agua por absorberla, ni en abono por alimentarse de él. De todos ellos sólo asimilará la que la pueda beneficiar, y se desarrollará hasta llegar a convertirse en lo que es esencialmente: un inmenso árbol. Ojalá ustedes también se desarrollen de esta manera. Es mucho lo que pueden aprender de otros. Aprendan sobre el Supremo y sobre los medios para alcanzarlo, aunque sea desde lo más bajo. Aprendan de otro sobre cómo realizar una práctica espiritual progresiva y satúrense con ella. Mas no busquen transformarse en esos otros.(2) |
(1) Gita, VII, 5, 6 -
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DIOS ES AMOR
AUTOSUFICIENCIA
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