VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: RENUNCIA

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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RENUNCIA


"Mediante la Verdad, ellos sostienen la
Verdad que lo sostiene todo, en el poder del
Sacrificio, en el éter Supremo".
(1)

El efecto revela la causa, la vasija es el efecto del barro. ¿Por qué las vasijas no pueden ser los efectos del agua o de la arena?. Cuando la causa (el barro) asume la forma del efecto (la vasija) se revela el efecto. El dharma (naturaleza innata) de la causa también se hace evidente en el efecto. Dharma significa "vestidura", aquello que se usa. El efecto tiene la misma vestidura, la misma pauta característica que la causa. La sal tiene sabor; si pierde su sabor no es sal; el fuego debe quemar, si no lo hace, ya no es fuego. Los chiles deben tener sabor picante, si no poseen esa cualidad característica y singular no son chiles. Cada cosa tiene una cualidad singular por la cual existe. El hombre también posee una cualidad singular que lo distingue de los demás: es la capacidad y disposición para entregarse, renunciar, sacrificarse; él está dotado con esa cualidad para un propósito sagrado. ¿Cuál es ese propósito?. Los Vedas lo enuncian en términos claros: "Sólo mediante la renunciación se puede obtener la inmortalidad". La inmortalidad, no la muerte, es el dharma o naturaleza genuina del ser humano; ésta es la razón por la cual el ser humano es la más grande creación entre los seres vivos que habitan este mundo. Pero el hombre ha perdido esta preciosa cualidad y vive esclavo del egoísmo. Cuando el hombre se apega al ego, pierde acceso a los niveles superiores de conciencia, así como toda noción de la realidad. Y cuando la realidad lo elude, se encuentra inmerso en la contradicción; esta calamidad del pensamiento trae como resultado confusión mental.
La Divinidad única permanece como una sola, aunque se le conoce mediante diversas formas, puede asumir y asume esas formas, es su voluntad ser muchas. "Yo soy Uno, seré muchos". Así, todos los seres y todas las cosas en el Universo tienen a Dios como la causa.(2)
Renuncia no significa renunciar a la vida o a la riqueza. Eliminen los malos pensamientos de su mente; este sacrificio será verdaderamente la más alta renuncia. Hoy no hacemos diferencia entre el apego y la renuncia. ¡Si sólo pudiéramos hacer un esfuerzo para comprender nuestra verdadera naturaleza!. Hoy nos apegamos a todos aquellos que están cerca nuestro, por ejemplo: pensamos en el bienestar de nuestros familiares. Naturalmente, una cuota de egoísmo es necesaria para obtener su bienestar, pero se necesita fortaleza para tener una visión más alta. Una vez que comprendan lo que significa el desapego, estarán listos para comprender la Verdad fácilmente. Hoy la gente busca el confort para el cuerpo, sin darse cuenta de que éstos son sólo placeres pasajeros. El cuerpo es como una burbuja, y las riquezas son como la espuma de las olas. La vida es como el hielo que se derrite cerca del calor.
Desarrollen la renuncia y dense cuenta de que el cuerpo no es nada más que una masa inerte. En el estado despierto o consciente está esa entidad sutil llamada Maya (Ilusión), que puede ser definida como el proceso que tiende a probar la existencia de un fenómeno que en la realidad no existe. Este Maya sutil es la causa secundaria que produce la imagen, pero la causa primaria yace detrás de él. El estado de sueño profundo está más allá de la comprensión y está más cerca de nuestra verdadera y auténtica naturaleza. Una vez que el hombre alcanza este estado, el mundo ya no existe para él. Lo mismo sucede cuando lleva a cabo sus deberes con total desapego. He aquí un ejemplo: el océano es muy vasto, no tiene límites, muchas criaturas viven en sus aguas pero no hay ligazón entre el agua y la experiencia de estas criaturas. El océano no está para nada afectado por ellas, se mantiene perfectamente calmo y desapegado. El hombre es como el océano y debe permanecer inconmovible por las críticas y por toda suerte de problemas. Es sólo cuando estamos en grandes problemas que tenemos una oportunidad de comprender nuestra verdadera naturaleza. Miren al cucú; aun cuando come hojas amargas, canta con una voz muy melodiosa; miren a la vaca; la vaca come el pasto que nadie quiere, sin embargo, le brinda al hombre la comida que le da sustento.
El hombre vive hoy una vida impura y es más y más esclavo de sus sentidos. Cuando sus casas se incendian, ustedes pueden salvarse corriendo hacia fuera, pero cuando los sentidos queman dentro de ustedes, ¿adónde pueden correr?
La primera causa de la ignorancia es el apego, los deseos. Durante su vida en la Tierra, el hombre piensa acerca de su pequeña individualidad y tiene ambiciones materiales. Cuando sus deseos se satisfacen, se siente feliz y contento; pero en el momento en que sus deseos no son satisfechos se enoja. Esta ira es la hija de la ignorancia y surge de emociones que nos hacen olvidar nuestra verdadera naturaleza, y que nos impulsan a hacer cosas que, normalmente, no haríamos.
El hombre no debe vivir para sus sentidos, pero sí para sus ideales, transformándolos en acción.(3)
Hay tres clases de renuncia. Ellas son: Renuncia al cuerpo; renuncia a la mente y renuncia al Alma.

- Renuncia al cuerpo (Dehasanyasa): Renuncia en apariencia, en cuanto al cuerpo externo se refiere. Quien lo sigue viste la túnica color ocre; asume el nombre, da la apariencia por la forma, pero no tiene conciencia del Alma; vaga en medio de todos los deseos objetivos asiéndose a las cosas externas. Es como un hombre ordinario, para toda intención y propósito.
- Renuncia a la mente (Manosanyasa): El que renuncia a la mente abandona todas las decisiones y los deseos; tiene la mente bajo estricto control; no se deja guiar por impulsos o agitaciones, siempre está tranquilo y centrado.
- Renuncia al Alma (Atmasanyasa): Esta pasa de largo y trasciende todos los pensamientos sobre cosas que no se relacionan con el Alma, pues siempre está sumergido en la contemplación de la auténtica realidad, "Yo soy Dios" (Aham Brahmasmi). Es constante en la conciencia de que es el Alma. Su bienaventuranza es continua. A esto se le llama "el dulce néctar de la renuncia" (Amrithasanyasa). Así como la más densa oscuridad puede ser destruida únicamente por la luz que emana del espléndido astro solar, similarmente, sin el esplendor de la renuncia del Alma, la ignorancia no puede ser dispersada; las coberturas que ocultan el corazón no pueden ser despedazadas y el Alma no puede brillar en su gloria propia.

La renuncia al cuerpo se logra al hacer una distinción entre lo eterno y lo temporal, lo evanescente y lo duradero. La renuncia a la mente es alcanzada por el control del lenguaje de los sentidos y de la mente. La renuncia al Alma se gana llenándose uno de los principios del pensamiento Vedántico. Cuando estas influencias educativas se vuelven fuertes y uno está bien establecido en estas virtudes y actitudes, entonces puede liberarse con el efecto de estas etapas de desarrollo.
Aquel que, como la abeja, liba en silencioso y profundo éxtasis la miel de la flor, que insiste en gustar ininterrumpidamente del néctar de la bienaventuranza del Alma, que ignora al mundo y lo considera tan sólo como una "escena", ése en verdad es el más afortunado; su vida es la más valiosa.
Aquel que no se apega a la "escena", sino que está absorto en su propia bienaventuranza, es quien logra la verdad, indestructibilidad y la paz. Y aunque sólo alcance una de las tres, es suficiente, pues cada una incluye a las otras dos.(4)


(1) Rig Veda, V, 15, 2.
(2) Mensajes de Sathya Sai - Vol. XI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Prashanti Nilayam, 27-6-81 - Pag. 97 -
(3) Divinas Palabras - Vol. II - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 34 -
(4) Prasnotara Vahini - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 59 -

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