"Al abrirse con la aurora los botones de loto, la flor de mi alma se abre dulcemente en oración para recibir Tu luz. Baña cada uno de sus pétalos con Tus rayos de bienaventuranza. En la brisa temprana flota el perfume de Tu Presencia. Bendíceme, para que como el alba que se difunde, pueda yo difundir Tu mensaje de amor a todas partes. Bendíceme, para que como el alba que despierta, pueda yo con mi alma despertar a innumerables almas y traerlas a Ti".(1) |
El hombre basa su vida en la creencia de que sólo el cuerpo es real. Y es para ayudarlo a subsanar este error que se le debe enseñar acerca del Espíritu. La humanidad debe darse cuenta de que tanto el individuo como la sociedad son manifestaciones de la Voluntad Divina y que es la Divinidad quien impregna y se encuentra en todo lo que es el Universo. Cuando el hombre reconoce esta Verdad, puede dejar su ego de lado y llevar una vida de devoción al deber. La sociedad no debe ser un recinto lleno de individualidades egoístas, sino una comunidad de individuos guiados por la Divinidad. La sociedad no es una simple sumatoria de seres humanos. Es el medio a través del cual se lleva a cabo lo Divino. Es n instrumento concebido por la Divinidad para que la humanidad disfrute las bendiciones de Dios. La sociedad tiene una conciencia propia similar a la conciencia individual. La conciencia social envuelve a la conciencia individual. La sociedad influye en las mentes de los individuos para el interés de la sociedad toda, y no para los intereses personales de los individuos.
Existe una creencia general en la cual no habría conexión entre la vida en sociedad y la vida espiritual. Esto es totalmente equivocado. El camino espiritual no sólo es muy útil para mejorar la propia vida en la sociedad sino que es esencial para ese mejoramiento. La Divinidad se encuentra en la sociedad como un todo. Pero esa Divinidad sólo puede ser revelada a través de los individuos. Con el progreso de la ciencia el hombre creyó que era el dueño del Universo y se fue olvidando de Dios. El hombre, en estos momentos, a pesar de haber llegado a la Luna y seguir explorando el Cosmos, si tuviera que considerar todos los misterios aún desconocidos, tendría que aceptar que éstos están más allá de la limitada capacidad de la mente y la inteligencia. Cuando más descubra el hombre los secretos y misterios del Universo, más se dará cuenta de que Dios es el Creador y originador de todo lo manifestado. Todas las religiones están de acuerdo con esta Verdad. Todo lo que el hombre puede hacer es luchar a través de su limitada inteligencia y conocimiento para comprender la Divinidad, invisible e infinita, y aprender a adorar y reverenciar a Dios. El hombre, en lugar de tomar conciencia de su naturaleza Divina, se encuentra atrapado en la prisión de sus logros materiales. Más importante que el progreso científico y tecnológico es el mismo hombre dotado de Conciencia Divina. Al elegir sólo al mundo material como real, el hombre logra prosperidad científica materialista para la sociedad por un tiempo. Pero si en el proceso aparecen el orgullo, la avaricia y el odio, como generalmente ocurre, la sociedad se destruirá a sí misma. Por el otro lado, si la Divinidad esencial del hombre es descubierta, la humanidad podrá construir una sociedad basada en la unidad y en el principio divino del amor. Este profundo cambio debe comenzar en las mentes de los individuos. Cuando los individuos cambien, la sociedad cambiará. El bienestar de las personas está ligado al bienestar de la sociedad como un todo. La Unidad es el secreto del progreso social, y el servicio a la sociedad es el medio para conseguirlo. Todos deben entregarse a tal servicio con un espíritu de devoción. Aquel que no se dedica a ese servicio es como una máquina oxidada. El preocuparse por el propio bienestar y prosperidad no debe cegarnos frente a las obligaciones sociales y a su destino espiritual. Todas las actividades deben estar llevadas a cabo con la conciencia de acuerdo con la Voluntad Divina. Pueden preguntarse por qué se debe vivir en la sociedad sin preocuparse por el bienestar material. Debe tenerse en cuenta que el bienestar material no es el único objetivo de la vida en sociedad. Una sociedad en la que el individuo sólo se preocupe por el bienestar material nunca podrá conseguir armonía y paz. Aunque parezca que se consigue, dicha armonía no será real porque el fuerte oprimirá al débil. Ni siquiera una distribución igualitaria de las riquezas de la Naturaleza asegurará nada más que una igualdad nominal. ¿Cómo puede una distribución igualitaria de objetos materiales conseguir una igualdad si consideramos los deseos y las habilidades? Los deseos deben ser controlados desarrollando la espiritualidad y alejando la mente de los objetos materiales para que se dirija hacia el Dios instalado en cada corazón. Solo cuando uno está instalado en el Espíritu es que puede comprender la naturaleza de la sociedad. Hasta ese momento uno estará atrapado en las diferencias de razas, nacionalidad o religión. Todos los apegos y odios que nazcan de estas diferencias son nacidas del egoísmo. Cuando la Verdad del Dios interno es reconocida, aparece la conciencia de que el mundo es una sola familia. Entonces el hombre es impregnado con Amor Divino que se transformará en la fuerza conductora de todas nuestras acciones. El hombre deja la búsqueda de satisfacer sus interminables deseos para instalarse en la búsqueda de Paz. Convirtiendo el amor por los objetos materiales en Amor a Dios el hombre experimenta la Divinidad. Esta experiencia no está más allá del hombre. Es parte de la naturaleza inherente al hombre. Es el secreto de su humildad y de su Divinidad. Cualquiera sea la religión que uno profese, debe cultivar el respeto por otras religiones. Aquel que no posee tal actitud de tolerancia y respeto por otras religiones no es un verdadero seguidor de la propia religión. Una persona sin tolerancia religiosa es como una moneda falsificada o una flor sin fragancia. No es suficiente practicar estrictamente la propia religión. El hombre debe ver la unidad esencial de todas las religiones. Sólo en ese momento el hombre podrá experimentar la unidad de la Divinidad. No deben existir coerciones ni compulsiones en la esfera de las religiones. Los temas religiosos deben ser hablados con calma y sin apasionamientos. No alimenten el sentimiento de que alguna religión es mejor que otra. Los conflictos sobre una base religiosa deben ser totalmente eliminados. Dividir a los hombres en el campo de las religiones es un crimen contra la humanidad. El hombre todavía se imagina que conoce todo sobre la Naturaleza y el Universo. ¿Pero para qué le sirve todo ese conocimiento si aún no se conoce a sí mismo? Sólo cuando se comprenda a sí mismo será capaz de conocer la Verdad acerca del mundo externo. La Realidad Interna del hombre no puede ser conocida explorando el mundo externo. Cuando él torne su visión hacia adentro y tome conciencia de su Divinidad esencial, él adquirirá una mente ecuánime hacia todos los seres. En ese sentimiento de unidad el hombre experimentará la Bienaventuranza que se encuentra más allá de la comprensión.(2) |
(1) Oración de Paramahamsa Yogananda: "La oración del alba"-
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DIOS ES AMOR
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