"Hombre! Dedica tu vida y santifica tu vida en actividades de servicio, que así podrás purificar tu corazón. Empeña toda tu fuerza, toda tu capacidad y todo aquello con lo que cuentas en esta vida, en bien de los demás. Vive tu vida por el bien de los otros y sigue haciendo seva hasta tu último aliento". |
Esta conferencia ha atraído hacia un solo sitio a gentes de diferentes países, que hablan diferentes idiomas, que viven de distinta manera y que tienen diferentes antecedentes culturales y diferentes tradiciones. En lo exterior, existe esta gran diversidad. No obstante, en el fondo de lo interno se encuentra un principio unificador fundamental y él es Divinidad.
El mundo de hoy está agobiado por muchísimos problemas. Por un lado está el miedo a la guerra, por el otro están paralizados ante el temor a la sequía y la escasez de alimentos. En un frente tienen el egoísmo y en otro, el ansia de poder. Desde esta dirección, tienen esta tendencia del hombre a olvidarse de su Divinidad innata y a asumir cualidades demoníacas que lo tornan en un verdadero demonio. Entonces, tienen ideas como los chauvinismos regionales, los problemas financieros y monetarios, las diferencias establecidas en base a casta, credo o religión, las alteraciones producidas por la generación joven ... Son muchos los problemas que confrontan al hombre. Mientras el cuerpo esté entregado al sentido del ego y a la innata fascinación consigo mismo, no lograrán desvincularse de todas estas posesiones materiales. Y mientras no logren acallar el clamor por las posesiones materiales no lograrán que los abandone el temor. Deberían tratar de buscar la unidad que le es connatural a esta inmensa diversidad. Los que deseen llegar a esta unidad subyacente, deberán desechar su sentido del apego, su sentido de lo mío y lo tuyo. Los que deseen encontrar este sentido del desapego, deberían enfrascarse en las actividades de servicio, porque el servicio a la sociedad es lo que le confiere al hombre esta plenitud de la existencia. Lo hace expandirse hasta la Divinidad y lo hace realizar su propia naturaleza. Es por ello que esta idea del servicio a la sociedad, no ha de tomarse como una cosa cualquiera, porque únicamente el que posea la pureza del corazón podrá aprehender el significado interno de la sagrada idea que se esconde tras este servicio.(1) Lo que hemos de establecer hoy en día no es una nueva sociedad, ni una nueva religión o una nueva organización. Lo que hemos de hacer es reconocer los contenidos de lo que ya habíamos tenido desde nuestros tiempos antiguos y hacerlos valer en el presente. Jóvenes capaces de hacer sacrificios son algo esencial hoy en día. Necesitamos, con mucha urgencia, gente joven y llena de coraje que pueda proclamar al mundo la Omnipresencia de la Divinidad. Se hace necesario contar con jóvenes que puedan hacerle frente y oponerse con valentía a las situaciones que surjan de la injusticia, la rudeza y la crueldad. Se requiere gente joven que no dependa tan sólo de beneficios mundanos y materiales, sino que le de importancia suficiente a los aspectos éticos y espirituales. Jóvenes que estén preparados para renunciar a la imitación, para desechar las ideas egoístas y que se muestren dispuestos a servir a la comunidad de manera desinteresada. Jóvenes que puedan proclamar por experiencia propia la existencia del Alma y comunicarla a los demás. Eso es lo más importante y necesario.(2) El hombre puede ser identificado con la mente y la mente puede ser considerada idéntica con algo que tiene la capacidad de entender. Si sentimos hoy en día que el país no es lo que debiera ser, hemos de concluir también que tanto el hombre como su conocimiento no son lo que debieran ser. El país se encuentra en malas condiciones porque las ideas y los pensamientos del hombre no son los justos y apropiados. Si se pudiera saber la respuesta a la pregunta: "Para quién estamos viviendo?", podríamos ciertamente rectificar el rumbo de este país. A esta pregunta, la respuesta usual es: "Vivo por mi propio bien, duermo por mi propio bien, como por mi propio bien, leo por mi propio bien". Y no solamente esto, sino que a menudo dicen: "Estoy tomando medicamentos para mi enfermedad, estoy poniéndole un vendaje a mi pierna quebrada". En todas estas declaraciones, queda muy en claro que este individuo está viviendo para sí, por su propio bien y no por otros. Además de esto, si hay diez personas durmiendo en una misma habitación, cada una de ellas estará soñando su propio sueño. El sueño que alguien sueña es para sí mismo. Estos diez individuos no tendrán un mismo sueño. Esto muestra claramente que todo lo que ven, todo lo que experimentan es para sí mismos y no para otros. Si una mujer se dirige a su marido y le dice: "Ahora que hemos llegado a la decisión de inscribir a nuestro hijo en el Colegio Sathya Sai, ¿no debemos hacerle algo de ropa nueva?". Si en esos momentos el marido no tiene dinero, decidirá pedir algo en préstamo y mandar hacer algunos trajes para su hijo. ¿Por el bien de quién ha pedido dinero prestado? Lo ha hecho por su hijo. Después de un tiempo, algunos amigos vienen a verle y le cuentan que hay cursos de verano que se están llevando a cabo en el Colegio de Sathya Sai y le aconsejan que es necesario que se tome un par de días libres y asista a esas conferencias. A esto, el individuo puede que responda: "No puedo tomarme mi medio día libre y quieren que asista a unos cursos de verano". Pero si al día siguiente su mujer enfermara, se tomaría el día libre para llevarla al hospital y otros días más para visitarla. ¿Por el bien de quién habrá tomado estos días libres? Estos habrán sido por su mujer. Podemos ver con esto que cuando uno ve a los suyos, a los seres queridos sufrir de dolor, se muestra dispuesto a sacrificarlo todo. Llegamos a entender que uno no está haciendo nada por sí mismo, sino por los seres queridos. ¿Sentirá plena satisfacción cuando él y los miembros cercanos de su familia estén bien? ¿Le será posible a uno y a los miembros de la familia vivir en paz en estas condiciones? Esto no le traerá una completa paz, por el hecho de que vive en una sociedad. Un ser humano que nazca en una sociedad y que viva en ella, no puede abandonarla ni por un momento. Puede que diga que trabaje para promover sus propias perspectivas, que vele por sí mismo y no tiene nada que ver con la sociedad. Pero ¿quién le ha proporcionado su trabajo, quién paga su salario y quién vela por sus comodidades en la vida? No es sino la sociedad que le rodea. En realidad el hombre no puede desvincularse de la sociedad. Cuando la aldea en que vive debe enfrentar problemas, siente que forma parte de esa aldea. Si recae sobre ella alguna epidemia, como el cólera o alguna peste, también él será afectado pro todas las consecuencias. ¿Por qué y para quién se involucra? Ello se debe a que tiene algunas conexiones con la sociedad que le rodea. Se hace necesario que uno reconozca que forma parte de la comunidad y que las cosas que hace también las hace pro la comunidad. El bienestar de todo el país depende de los Estados o provincias que lo constituyen. El bienestar de los Estados o provincias depende de las ciudades que haya en ellos. El bienestar de las ciudades, a su vez, dependerá del bienestar de las aldeas que haya en torno de ellas. Por su parte, el bienestar de las aldeas dependerá del bienestar que reine en las casas que las formen. A su vez, el bienestar de cada casa de la aldea, dependerá del bienestar de los miembros de cada familia. Es así que el bienestar de todo el país dependerá, en último término, del bienestar de cada uno de los individuos. Si no hubiera familias, no habría aldeas. Si no hubieran aldeas, no habría ciudades. Si no hubiera ciudades no habría Estados ni provincias. Si no hubiera Estados o provincias, no habría país. Hoy en día es mucha la gente que, pese a ser instruida y educada, no se preocupa más que del individuo y de los miembros de la familia. Ni siquiera piensan en que existe una comunidad de la que hay que preocuparse. Deberán tomar conciencia de que junto a ustedes en cuanto individuos, existen también una sociedad y la comunidad. No estamos viviendo únicamente por el bien de nuestra familia. Estamos viviendo por el bien del mundo. Incluso antes de nacer, estaban aquí vuestro padre y vuestra madre. Vuestro padre y vuestra madre formaban parte de la sociedad a vuestro alrededor. ¿Habiendo nacido en la comunidad, cómo podrán apartarse de ella?.(3) |
(1) Divinas Palabras - Vol. I - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 23/24 -
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