VALORES HUMANOS
VALORES HUMANOS: AUTOCONOCIMIENTO

DIOS ES AMOR

CONGRESO LATINOAMERICANO DE EDUCACION EN VALORES HUMANOS

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AUTOCONOCIMIENTO


"Los hombres que no tengan pureza mental no podrán adquirir el conocimiento de su verdadero "Sí Mismo". Solo los que posean
corazones puros podrán realizar la verdadera
naturaleza del "Sí Mismo". Esto declarando la Verdad tal como es" 
(1)

Como el alimento para un hombre hambriento, como las lluvias sobre un campo seco, la ciencia védica del autodescubrimiento espiritual es el salvavidas para la humanidad que se está deslizando hacia la destrucción debido a que ha perdido su sostén en la Verdad, la moralidad, la paz y el amor.
El Alma que puede conferir alegría eterna es ignorada y el hombre se sumerge sin ton ni son en el mar o en el espacio exterior para satisfacer su ansia de orgullo y ostentación.
Alguien tendrá que levantarse con valor y declarar a partir de su propia experiencia genuina, que la felicidad que da el llegar a la luna, no vale nada comparada con la alegría de alcanzar la luna interna de la bienaventuranza y la fuente de toda la felicidad: El Alma.(2)
Como resultado de recientes movimientos de pensamiento mundial, el corazón del hombre se está endureciendo con el odio y la codicia, no ablandado por el amor y la compasión. La inteligencia (que la oración del Gayatri intenta impulsar a una actividad iluminada), ciega al hombre y le impide reconocer la belleza de la naturaleza, la sublimidad del espacio, el tiempo y la causación, la potencia y majestad de Dios. Está tan pervertida, que surgen preguntas tales como: "Dónde ha de encontrarse a Dios?", "Porqué El no se me revela ahora?". Pueden encontrar a Dios sólo si miran dentro de sí y se conocen a sí mismos. El puede ser conocido sólo después de un largo período de purificación y al final de una preparación sistemática y disciplinada. Sin aprender el alfabeto, ¿cómo puede alguien atreverse a juzgar un clásico? La cultura engastada en los antiguos textos promovía la serenidad y el equilibrio mental que se necesitan para inquirir en las profundidades del propio ser. Se dirigía a hacer que cada uno tomara conciencia del Alma, la verdad básica, la entidad única de la cual deriva todo lo demás.(3)
La bienaventuranza es la naturaleza del Alma, la realidad más íntima de ustedes. Esa realidad les está recordando su existencia con cada aliento que toman: "Soham-Soham", "El-yo", "El-yo". El ser está repitiendo que no es limitado, el prisionero del cuerpo; es una ola del vasto océano llamado EL. La inhalación es "EL" y la exhalación "yo". Inhalen lo vasto, y exhalen lo limitado. Esto es lo que debe observarse durante el estado de vigilia. Cuando están en el sueño profundo, la conciencia del cuerpo desaparece, no hay conciencia del mundo externo, del cual, durante su vigilia, sentían formar parte. No hay So ni Ham, ningún El o yo: todo es Uno, un todo integral. El aliento, entonces no dice Soham sino OM. Fúndanse en ese OM. Tengan conciencia de él, siempre. Ese es el Vedanta, el fin de los Vedas (conocimiento)(4)
Cada Ser viviente se refiere a sí mismo como "yo": "Yo soy Ramaya", "Yo soy Krishnaya", "Yo soy Sita", "Yo soy Radha". Todos y cada uno consideran este "yo" como propio y lo utilizan cada vez que deben designarse a sí mismos. Si pudieran hablar, los pájaros, las vacas y otros seres vivientes se comportarían de igual manera y se referirían a sí mismos como "yo". Además de éstos, las montañas, las colinas y los árboles tenderían a anunciarse a sí mismos como "Yo soy la montaña", "Yo soy la colina", "Yo soy el árbol", si sólo pudieran hablar.
Si nos detenemos a reflexionar un poco sobre este punto, veremos claramente que en esta expresión "yo" se encierra algún gran misterio. El rústico analfabeto la usa, el sabio que ha logrado la visión divina la usa, y aun se dice que el propio Dios se anuncia a sí mismo como "Yo". Sin embargo, ¿quién ha sondeado este misterio? Y entre aquellos que se han atrevido a sondearlo, ¿cuántos han llegado a desentrañarlo? E incluso habiendo unos pocos que han llegado a desentrañar el misterio, ¿cuántos de ellos han aplicado su descubrimiento para transformar sus vidas? ¿Han conseguido los renombrados intelectuales, los pandits y las almas realizadas ahondar en el significado y la importancia del "yo"? No.
Veamos entonces, si los expositores y comentaristas del Bhagavad Gita, capaces de recitar de memoria los dieciocho capítulos y las setecientas estrofas, han captado plenamente lo qué implica la palabra "yo" y su importancia.
En el Gita, Sri Krishna, se refiere al "yo" en declaraciones como "Aham mokshayishyami": "Yo te liberaré"; "Mam ekam sharanam vrja": "Ven a mí, el Uno, a refugiarte"; "Kshetrajnam cha api mam vidhi" : "Conóceme a mí como el Conocedor del campo", y otras expresiones similares. De modo que este término "yo" es claramente Omnipresente; es el símbolo y signo de todos los individuos, tiene formas y apariencias ilimitadas. Al igual que el hilo que enlaza las cuerdas del rosario, atraviesa todas las formas y nombres y los mantiene unidos.
Por muy transitorios que sean las formas y los nombres, el "yo" persiste sin ser afectado. Por lo tanto, uno tiene que conocer a este "yo" omnipresente para poder conocer todo lo que ha de conocerse. Aquel que ha llegado a conocerlo es el Jagadgurú (Maestro del Universo), el Viswagurú (Maestro de todos los seres) y el Sadgurú (Maestro que ha de seguirse).
El cuerpo no es más que el recipiente, el upadhi, la envoltura. No obstante, al imponerle diferencias y distinciones basadas en caracerísticas físicas y consideraciones materiales; algunos son enaltecidos como "tocables" y otros condenados como "intocables"; algunos son clasificados como superiores y otros como "inferiores". El intelecto no puede reclamar honores ni los hombres pueden llamarse eruditos si sus estudios se orientan a acumular dinero o a ganar lo necesario para una vida confortable, como tampoco la excelencia académica hábil en la argumentación puede ser tratada reverentemente. La palabra "yo" realmente les conduce a la Deidad Suprema una vez que se sumergen en su significado. "Esto es tú", "Eso es yo", "Eso y yo somos uno"; esto es lo que declara el gran aforismo védico Tat Twam Así, "Tú eres Eso". Esto constituye el núcleo mismo de todas las enseñanzas, la más grande sentencia.
Este sagrado principio personificado en el "yo" se halla más allá del alcance de los más doctos eruditos, pero se puede llegar a él por medio de la indagación solitaria, prescindiendo de guías y ayudas, a menos que los guías sean aquellos que han despertado su conciencia a la Verdad y que la vivan genuinamente.Este principio se encuentra también fuera del alcance de la erudición, la lógica y la gramática. Debe ponerse atención a estas advertencias hechas en os Srutis y Smritis.
Cuando uno intenta aprender de una manera general sobre este "yo" y sus implicaciones, se le puede develar el secreto en sólo tres frases: "Yo estoy activo durante el día, cuando estoy despierto. Yo duermo de noche; cuando duermo experimento los sueños. Y así, actuando y experimentado de día y de noche, muero". Si uno considera estas declaraciones del individuo, puede concluir que se basan en el conocimiento individual adquirido en esta vida. El individuo cree que el "yo" comienza cuando nace, pero ¿existió este "yo" antes del nacimiento? Si hubiera sido así, ¿cómo puede decirse de algo ya existente que nace? O, si se ignora esta objeción, ¿cómo y dónde existiría? ¿Era algo incorpóreo, sin nombre ni forma? ¿Estaba más allá del límite de los sentidos? Dudas como éstas asaltan en oleadas al buscador espiritual. Debe entenderse claramente que el "yo" no se relaciona ni se asocia con ningún objeto, persona, nombre o forma. Recuerden esto cuando identifiquen y reconozcan al "yo" o lleguen a la respuesta verdadera para el interrogante ¿Quién soy yo?, porque habrán identificado y reconocido al cosmos entero y sus misterios.
Podrá preguntarse cuál es exactamente la importancia de entender el significado de este "yo" habiendo en el mundo una infinidad de tópicos que reclaman ser estudiados. Cierto. Puede uno intentar descifrar los secretos del cosmos o puede dirigirse la atención a tratar de comprender qué se quiere decir con "yo" o con deva (Dios). Cuando temas tan profundos como el universo, lo divino individualizado, lo divino mismo -temas incomparablemente importantes- están reclamando nuestra atención. ¿por qué habríamos de hacerlos a un lado para investigar una expresión de uso común incluso por la gente sin instrucción y los niños? ¿De qué beneficio sería? Esto es lo que muchos podrían preguntar.
Cierto es que la expresión "yo" es simple, pero sus implicaciones son infinitas, y, fundamentalmente, satisfactorias. Esta es la razón por la que los grandes maestros exhortan a los buscadores: "Conócete a ti mismo", "Inquiere dentro de ti mismo, sólo eso puede llevarte a la liberación". También los Shastras lo reafirman: "Yad Vijnanena sarvam vijnatham bhavati": "Aquello que cuando se conoce hace que todo llegue a ser conocido". Los Shastras exaltan la importancia y el valor de esta indagación y dejan en claro que el inquirir sobre el Alma es esencial. Se nos asegura que el Alma es uno, uno mismo, al igual que en el sagrado axioma Tat-Twam-Así.
Por ello, para satisfacer sus anhelos, deben empezar por indagar en este misterio que son ustedes mismos. Entonces podrán decir que son eternos, fuera de los límites del tiempo. Los Shastras les ayudarán a desechar las oscuras nubes de la ignorancia que ahora ocultan la verdad a su conciencia. Entonces podrán gozar de la experiencia de estar conscientes de su genuina naturaleza. Esta percepción llega cuando la verdad es revelada por el alborear de la luz. Sin embargo, los Shastras que guían al hombre hacia el conocimiento de estos grandes misterios y hacia la región en donde puede alcanzarse esta bienaventuranza, no son estudiados en la actualidad. El hombre, en cambio, persigue ciegamente sus propias ideas absurdas. ¿Cómo puede, entonces, alcanzar el Principio Atmico? ¿Cómo puede llegar hasta la personificación misma de la Bienaventuranza?
La mera erudición mundana no puede sumergirse en el significado de los Srutis. Debe ganarse la gracia de Dios mediante la devoción y la dedicación, y sólo esta gracia, sólo la compasiva mirada de Dios puede instilar en el Ser del hombre el sentido de los Srutis. Sólo las personas que son encarnaciones de la sabiduría y la compasión divinas pueden decidir qué exactamente es provechoso para el progreso espiritual y el bienestar del hombre. Otros sólo marchan torpemente; les será imposible enfrentar esta tarea. Porque, ¿cómo pueden ayudar a otros a salvarse los gurús que fracasan en salvarse ellos mismos? Los gurús de hoy, se empeñan en limpiar a la sociedad mientras sus propias casas están sucias. El número de tales gurús ha ido creciendo y así también han ido aumentando los errores y los fracasos. Ellos justifican y explican sus posiciones de distintas maneras, y así la confusión se vuelve peor. Como resultado se producen discusiones interminables y se pierde el sentido de la Realidad. Estos gurús interpretan los Shastras ajustándolos a sus propios prejuicios y parcialidades, convirtiéndolos en instrumentos de su propio engrandecimiento.
En estas lamentables circunstancias, la gracia de Dios representa la única esperanza para el hombre, ella es la lámpara para iluminar el camino. Ella es la compasión que recompensa al hombre por su esfuerzo espiritual. Ella representa la fuerte y segura embarcación que puede hacerle llegar sano y salvo a la otra orilla.
Muchos preceptores y maestros declaran que el camino de la investigación sobre uno mismo constituye la senda de la liberación para el hombre: "Swa vimarso moksha", "La autoindagación conduce a la Liberación", "Aquello es el Alma; Aquello es mi ser". "El Alma y yo no somos diferentes". "El Atma y el Paramatma (el Alma y el Alma Suprema) no están separados". El hilado del "yo" es tanto la trama como la urdimbre de la tela, el Alma. Cuando el hilo del "yo" se encuentra en diferentes cuerpos y siente que en cada cuerpo es diferente a los demás, se puede decir que la tela del Alma ha desaparecido, pero tanto en el hilo como en la tela hay una sustancia que siempre persiste a pesar de lo que cada uno sienta; esa sustancia es el material, el "algodón". Así también, el Paramatma persiste como la única verdad en el "yo", el Atma. Sin el "algodón", el Paramatma no puede existir un hilo "yo"; sin el hilo del "yo" no puede existir la tela del Alma. Estos tres, Paramatma (Alma Suprema), Atma (Alma) y el "yo", no son sino nombres y formas para el Uno: el Paramatma, el Atma Unico, el Alma divina.(5)



(1)Lluvias de Verano (Tomo 6) - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 23 -
(2)Mensajes de Sathya Sai - Vol. VI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba- Madrás, 20-4-67 - Pag. 26/27 -
(3)Mensajes de Sathya Sai - Vol. VI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Madrás, 23-4-667 - Pag. 43 -
(4)Mensajes de Sathya Sai - Vol. VI - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Bombay, 6-11-67 - Pag. 88 -
(5)La Senda de la Verdad (Sathya Vahini) - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba - Pag. 95/99 -

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